miércoles, 17 de abril de 2024

Parque de la Alquería del Pilar


Durante la segunda mitad del siglo XIX entre la aristocracia y la burguesía acomodada de Sevilla. Se puso de moda tener residencia en Dos Hermanas. Aquí buscaban la paz del campo y un refugio para los fuertes calores del verano. Dicen que a Dos Hermanas la llamaban la Versalles Sevillana. 

Cerca de la entrada se erguía la “Cruz de los Caballeros” de 1645, que había sido trasladada por José Lamarque, desde Tablada en 1876.


Distribuidos por los jardines de la Alquería, que fueron diseñados y construidos por el matrimonio de poetas tardo-románticos Antonia Díaz y José Lamarque, existían estatuas, monumentos y varias construcciones  o caprichos cargados de significado histórico, literario, moral o político. Uno de estos elementos era la Cruz de los caballeros, que conmemora la muerte de un caballero en un duelo que sucedió en el campo de Tablada, en el camino de Sevilla a Dos Hermanas, durante la segunda mitad del siglo XVII. 

El propietario de los jardines, José Lamarque de Novoa (Sevilla 1828-Dos Hermanas 1904), escribió sobre este suceso el corto romance de capa y espada

La existencia de la composición poética añadía un marcado carácter literario al espacio  de los jardines donde se situó el monumento. 

José Lamarque encontró por casualidad y adquirió la cruz y la lápida conmemorativa del duelo. Este monumento había sido destruido  en octubre de 1874 durante una de las algaradas que se desarrollaron en Sevilla durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874).  Siguiendo los sucesos históricos, en enero de 1875 se producía la restauración monárquica, tan deseada por los propietarios de la Alquería, en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. A este acontecimiento el autor también dedicó algunas de sus obras.

En el año 1876 el monumento fue reconstruido y colocado en una zona boscosa de los jardines, al borde del pinar que existía en la parte este del parque. El conjunto consistía en una pequeña glorieta con bancos de mampostería con azulejos, y en su centro se levantaba el pedestal con la cruz de hierro. La lápida de mármol situada en el costado del pedestal tenía una inscripción que recordaba el hecho y rogaba una oración por el caballero muerto. 

Este monumento hoy no está en el parque, ya que el último propietario lo retiró, antes de entregar la finca al Ayuntamiento de Dos Hermanas, en 1980.

En esta zona había una gran alberca para regar la huerta y los árboles frutales.

El Drago de canarias. En el parque hay unos ejemplares de esta especie, que tiene sólo una hilera de ramas. Está situado a pocos metros de la entrada principal de la calle 28 de febrero, en una pradera de césped.

Este parque es la unión de tres grandes fincas familiares. La familia de Antonia Díaz y José Lamarque de Novoa. Las propiedades de la familia Ybarra y las de la familia de Catalina de Ribera que donaron sus tierras para construir este parque.




Antonia Díaz y Fernández, poetisa española nacida en Marchena (Sevilla) en 1827. Perteneciente a una familia acomodada, la mayor parte de su infancia transcurrió en Sevilla, donde recibió la educación propia de las señoritas de su época -una formación encaminada a dotar a la sociedad de buenas amas de casa y madres de familia-.

Antonia pasaba todo su tiempo libre ilustrándose en la gran biblioteca que tenía su padre y así poco a poco se fue enamorando de  las letras. Le costó mucho trabajo abrirse paso en el mundo literario, como a todas las mujeres de su época.

En aquellos años tener una hija escritora era vergonzoso por eso ella tomó el seudónimo de Enriqueta Madoz de Alianza. Esto es también lo mismo que le pasó a Cecilia Böhl de Faber más conocida como Fernán Caballero y otra mujer, Lucila Godoy Alcayaga cuyo seudónimo fue Gabriela Mistral. También ha ocurrido con los hombres que pertenecían a familias muy conocidas como el caso de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto cuyo padre se negó a que utilizara su nombre y por eso es conocido como Pablo Neruda o Francisco Alejandro Pérez Martínez que fue conocido como Paco Umbral y Luis Manuel Ferris Llopis conocido como Nino Bravo.

En el mes de abril de 1861 Antonia Díaz Fernández se casó con José Lamarque de Novoa, poeta distinguido, y persona dotada de las más bellas cualidades.

En Sevilla, residieron primero en el número 12 de la calle Fabiola, y más tarde en el mismo número de la calle San Esteban. En 1868, compran dos extensas fincas en Dos Hermanas. Dichas fincas fueron la unión del “Manchón de las Morerillas y el Cercado de los novillos”  A la que bautizan como “Alquería del Pilar”. En honor a una hermana de José Lamarque que hacía poco que había fallecido. En ella pasarán largas temporadas, hasta convertirla en su residencia fija a partir de 1892. La palabra Alquería significa “Casa de Labranza”.

José Lamarque de Novoa era hijo de francés y de trianera, fue cónsul del Reino de las Dos Sicilias en 1865, vicecónsul de El Salvador en 1875, y cónsul del Imperio Austrohúngaro entre 1882 y 1897.

Como poeta es autor de una extensa obra de calidad desigual, marcada por su gran admiración hacia José Zorrilla y Núñez de Arce. Entre sus obras más destacadas se encuentran Sueños de primavera: Leyendas (1891), Cristóbal Colón, Poemas (1892), y Desde mi retito (1900).

Sus inquietudes empresariales dieron como resultado la creación en 1881 junto con su cuñado Francisco Díaz de la compañía “Lamarque & Díaz, S.C.”, dedicada a la importación-exportación de hierros y maderas. También tuvo negocios bancarios.

Era un católico y monárquico convencido, que no dudó en defender la candidatura de don Alfonso de Borbón (luego Alfonso XII), lo que le valió la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la católica en 1876, una vez restablecida la Monarquía de los Borbones.

Fue, además, uno de los grandes impulsores de la primera Romería de Nuestra Señora de Valme, y gran valedor de la hermandad de la Protectora.

En la Alquería se reunían con sus amigos, intelectuales y artistas sevillanos y extranjeros del último tercio del siglo XIX en animadas tertulias literarias.  La condesa belga Juliette de Robersart era una asidua a estas tertulias, otro asiduo fue Antoine Latour que era secretario del duque de Montpensier.  Eran amigos del pintor Valeriano Domínguez Bécquer, hermano de Gustavo Adolfo. Él hizo varios cuadros a Antonia y a su marido.

En este frondoso jardín, en torno a un evocador palacio de estilo neomudéjar, situaron caprichosas y exóticas construcciones (un torreón almenado, grutas, ninfeas, una montaña artificial con una pagoda, una ría navegable con puentes, faro, monóptero y cascada); además distribuyeron fuentes, estatúas de personajes mitológicos, esculturas de filósofos y poetas clásicos y bustos de los descubridores de américa. También edificaron un espacio para que anidaran los pájaros, un invernadero para plantas exóticas y un museo de Ciencias Naturales. El jardín se completaba con una zona boscosa de pino carrasco y lentisco al norte, un extenso huerto con cítricos al sur, y diferentes edificaciones para el servicio (cocheras y casa del guarda). Tenían una huerta que era regada por las aguas de la alberca. 

En este paseo principal, de los filósofos, situaron estatuas de pensadores clásicos sobre las columnas que aún se pueden ver. Entre ellos estaban Sócrates, Platón, Aristóteles, Pitágoras, Tales de Mileto. Al final de este paseo hay una alta columna (de unos 5 metros) con una estatua de Hermes o Mercurio (del que sólo quedan las piernas) y rodeándolo situaron bustos de escritores clásicos.


El alminar de la casa y el pilar de Mercurio están alineados con la estrella polar. De esta forma el cielo estrellado y la noche quedaban integrados en los jardines de la Alquería, facilitando observar la bóveda celeste y la identificación de estrellas y constelaciones. 

La pagoda nos habla del gusto de los propietarios por el exotismo del mundo oriental tan de moda durante el romanticismo. Este tipo de construcción chinesca y caprichosa también es un elemento típico de los jardines románticos. Aquí tenemos una planta muy exótica que es el ave del paraíso. Es una planta de Sudamérica.  Las flores se colocan por encima del follaje en las puntas de tallos largos, la envoltura dura, como un pico, de la cual emerge la flor que se llama la espata, esta se coloca perpendicular al tallo, lo que le da la apariencia de la cabeza de un ave y el pico. Pueden ser blancas o de color anaranjado.









 Una obra de piedra, que recuerda un castro o algo similar, sugiere la afición de los propietarios de la casa por la arqueología. Esta inclinación también se manifiesta en parte de los objetos que conservaban en el museo, una de cuyas salas estaba dedica a objetos y armas antiguas identificadas y catalogadas.

Estas piedras que tienen conchas son las que pertenecen al antiguo lago Ligustino. Ya que en cuanto se hacen excavaciones en Dos Hermanas aparecen restos de ese lago que fue esta zona.




 La fuente elíptica de estilo neoclásico, está rodeada de conchas, nos vuelve a sugerir el gusto de los poetas por el mundo del renacimiento.

Antonia se había ocupado de diseñar los edificios y los jardines, cuya construcción supervisó personalmente.

 El jardín era un espacio de estilo mixto lleno de simbolismo, en el que los poetas reflejaron sus creencias religiosas, sus gustos e influencias literarias, plasmando de forma sensible e inteligente, por medio de la simbología de las plantas, los dibujos de los trazados de los caminos y los parterres, los puntos focales, las estatuas, los caprichos, edificios y estructuras constructivas, e incluso la orientación geográfica de estos elementos, todo su mundo interior y su ideología. Era en definitiva, para Antonia Díaz y José Lamarque, era la representación del Paraíso en la tierra.


La ría, de ondulada orilla, es una representación del mar con referencias al mundo medieval y andalusí. Este conjunto es de estilo romántico. Esta pequeña laguna, cuyo largo y ancho cumplen la proporción áurea, 2 metros de ancho y la altura de 1,50 el canal, consta de un puente y una isla en el centro, en esta hay un monóptero de estilo andalusí, con el arco de estilo ojival multilobulado, también hay un faro. En la parte norte hay un embarcadero, donde se podía coger un pequeño barquito  de remos. Estaba rodeada de vegetación propia de ribera, sobre todo almeces, álamos blancos, y el suelo alfombrado por hiedra. En la orilla de la ría hay una ninfea, elemento constructivo que aparece en jardines neoclásicos, barrocos y románticos, donde se supone habitaba una ninfa, ser mitológico asociado a la naturaleza. Este elemento decorativo se repite en otros rincones del jardín. 

Mis hermanas y yo aprendimos a nadar en este maravilloso lugar, porque mi abuelo Cristóbal Guerrero Bello era el jardinero de la Alquería del Pilar. Vamos a la parte de la entrada principal para poder ver el laberinto que está construido con el boj común. En esta zona dedicada a los descubridores de América se encontraban Una estatua de Cristóbal Colón en el centro y estaba rodeada de los bustos de Américo Vespucio, Juan de la Cosa, y Alonso Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón, Hernán Cortés Francisco Pizarro y Juan Díaz de Solís. La altura del laberinto ha bajado mucho y su longitud se ha quedado reducida, se han quitado más de 30 m². Frente a la casa encontramos la fuente de estilo grutesco que podría tener algún tipo de semejanza con una rosa de los vientos.

Junto al laberinto de tuyas, hay varios setos Bonetero de Japón y varias esparragueras.

Además, en el parque, hay una zona deportiva para personas mayores, una pista de patinaje, unos espacios para los menores, un lugar cerrado con animales de granja y aves, un bar restaurante, un auditorio al aire libre que se ha construido en una antigua cantera de piedra de albero, un espacio habilitado como merendero, un kiosco de bebidas y chucherías y un amplio aparcamiento.

Ellos fueron Mecenas y protectores de artistas y escritores, se cuentan entre los financiadores de la primera edición de las “Obras” de Gustavo Adolfo Bécquer, en 1871, de la que se conserva un ejemplar en su biblioteca. El edificio, que por dentro se adaptó para ser la sede de la Comandancia de Policía Municipal inaugurada en 1985 y que actualmente es un gabinete psicopedagógico del Ayuntamiento.

La finca tenía cerca de 6 hectáreas, sus límites eran: al norte una cantera de piedra de albero y huertas, al este la carretera de Alcalá, al sur la vía del tren Sevilla-Cádiz y al Oeste la finca del Conde de Ybarra, de la que estaba separada por un ramal de vía del tren, que se usó para sacar la piedra de la cantera para construir la vía desde Sevilla hasta Cádiz.

En la cantera existente en la Huerta de Ybarra se ha construido el Auditorio Municipal Los del Río, con más de 7.680 m² con zonas de césped, escenario, vestuarios y aparcamiento propio.

Ya en su vejez y fallecida su mujer el 19 de mayo de 1892, sigue en contacto con algunos poetas jóvenes entre los que destaca Juan Ramón Jiménez. El matrimonio no tuvo hijos sus herederos fueron los sobrinos de Antonia. Su marido abandonó la Alquería y se fue a vivir a Sevilla. Tras su fallecimiento se vendió la propiedad pasando por varios dueños hasta sus últimos propietarios que fueron los herederos de D. Pablo Ramos Carretero, pasando a posteriori a su hija Mª del Pino Ramos Sainz, ultima propietaria que fue la que llegó a un acuerdo con el ayuntamiento de Dos Hermanas en 1980, abriéndose al público en el año 1983.

Hay muchos Cipreses por todo el parque lo mismo que hay Eucaliptos de varios tamaños y clases. Los eucaliptos llegaron de Australia, pero los cipreses eran autóctonos de Andalucía y fueron eliminados por los romanos que lo utilizaban para hacer los barcos, solo respetaron los que había en los cementerios porque ellos eran muy supersticiosos. En la Alquería del Pilar hay cerca de 100 especies botánicas diferentes entre árboles, y plantas.

Había en aquella época muchas cigüeñas que anidaban en las distintas torres de nuestra ciudad. Después emigraban a África. Ocurrió que a una de ellas se le partió un ala, Antonia y su marido la curaron. Pero la cigüeña nunca más se marchó. Se paseaba con ellos por los jardines. La llamaban con un silbato para comer.

En el parque, hay una zona deportiva para personas mayores, una pista de patinaje, otra para hacer skate, un espacio cerrado con animales de granja y aves, un bar restaurante, un auditorio al aire libre que se ha construido en una antigua cantera de piedra de albero, un espacio habilitado como merendero, un kiosco de bebidas y chucherías y un amplio aparcamiento.



La Huerta de Ybarra

Por último, pasando el espacio donde hoy se encuentran las máquinas de ejercicios bio saludables, por donde en su día pasaba el tren cargado de material de la cantera, entramos de lleno en los terreros que adquirió en 1850 el Conde de Ybarra. En esta zona están los Árboles o palo borrachos. 

En esta zona se puede apreciar la casa de estilo inglés que construyó y que, en la actualidad, es la Casa de la Cultura. Cuyo propietario era el Conde D. José María Juan Ybarra Gutiérrez de Caviedes (Bilbao 1816 – Sevilla 1878) Alcalde de Sevilla e inventor de la Feria de Abril. En 1846 fue uno de los promotores de la Feria de Abril, junto a su amigo el catalán Narciso Bonaplata, ambos fueron los autores de una propuesta para celebrar durante los días 19, 20 y 21 de Abril una feria anual. En marzo de 1847, la reina Isabel II concedió a la ciudad de Sevilla el privilegio de feria, celebrándose un mes más tarde la primera de su historia con la duración de los tres días expresados. Así que un vasco y un catalán fueron los fundadores de nuestra feria de Sevilla.

Ybarra construyó una pequeña capilla adosada, rodeada de hermosos jardines de diseño ecléctico. Éste edificio fue conocido como el Palacio de San Luis. Sus últimos propietarios fueron los herederos de D. José María y Laso de la Vega y en la actualidad está destinado su uso como Casa de la Cultura. Su última propietaria fue Dª. Cecilia Ybarra y Mendano que vendió esta propiedad al Ayuntamiento.

En 1877, el rey Alfonso XII le concedió el condado de Ybarra, a don José María Juan Ybarra Gutiérrez de Caviedes, convirtiéndose en el primer conde de Ybarra. Falleció en Sevilla el 14 de mayo de 1878.

Un dato curioso.

1908 D. José Mª Ybarra Sainz de la Maza VI conde de Ybarra

Crea la marca Saimaza, que nace en Sevilla en el año 1908, su fundador es don Joaquín Sainz de la Maza. Ese mismo año, abre su primer establecimiento en pleno corazón de Sevilla.

A principios del siglo XX nace la marca cafetera Saimaza. La funda Joaquín Sainz de la Maza en Sevilla. Su fundador, miembro de una familia de gran arraigo en la ciudad, abre una tienda en el Centro. Es el germen del imperio del café sevillano.

Más tarde pondrían una fábrica en Dos Hermanas y en 2014 fue vendida a la empresa Mondelez de Italia.



Esa finca fue propiedad de la familia de Catalina de Ribera era la Casa recreo de Villa Dolores. La heredó don Ramón Ybarra González, y construyó en primer lugar una huerta que después transformó en jardín. Sus últimos propietarios fueron don Luis Gerardo Afán de Rivera y su esposa doña Cristina Ybarra Ybarra, la cedieron al Ayuntamiento para ser utilizada en los terrenos del parque. Actualmente se usa como Delegación de Asuntos Sociales junto con un nuevo cuerpo añadido que es la Guardería Infantil.

 Un poema de Antonia Díaz.

¿Debe o no la mujer ser instruida?

¿Debe o no la mujer en la ignorancia

vivir eternamente adormecida?

Cuestión es para mí de alta importancia,

y que en secreto ocupa el alma mía

desde las dulces horas de la infancia.

Yo adoré desde niña la poesía,

y ella puras y nobles ambiciones

a mi anhelante espíritu ofrecía:

mas en breve sus dulces ilusiones

rápidas de mi vista se ahuyentaron

ante el hielo de ajenas convicciones.

Contemplé que si algunos ensalzaron

a la que el don de la poesía obtiene,

otros llenos de hiel la despreciaron.

 

Este poema lo compusieron varios poetas de la época a la muerte de Antonia Díaz.

 

Desierta está la Alquería,

y los pájaros cantores

ya no ensayan, a porfía,

tiernas endechas de amores

en la arboleda sombría.


Todo respira quietud

del feudal castillo en torno:

ya no resuena el laúd

en cuanto abarca el contorno

de aquel templo de virtud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Loly López Guerrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


lunes, 18 de diciembre de 2023

Dos Hermanas Diario Digital: Rafael Prieto,

Dos Hermanas Diario Digital: Rafael Prieto, el vecino de Dos Hermanas 
Todo comenzó por una llamativa lata de cerveza belga que acababa de beberse un aficionado a las motos que acudió, como el protagonista de esta historia, al primer Mundial de Motociclismo que se celebró en Jerez, allá por el año 1986. Tras ésta empezaron a venir otras, y otras, hasta las más de 3.000 que ya hoy guarda y expone de forma particular en su casa de Dos Hermanas.


Rafael Prieto Romero, mecánico de la industria siderúrgica ya jubilado, gran aficionado a las motos y a la alta montaña, se entretiene a sus 71 años en su casa nazarena en cuidar, limpiar y conservar las más de 3.000 latas de cerveza, además de otro buen número de botellines, que ha ido coleccionado desde el año 1986, y que une a la que tiene también de minerales.

En una de las habitaciones de la planta alta de su vivienda, que ya no ocupan ninguno de los tres hijos que tiene junto con su esposa Loly López -Carolina, Sergio y Christian-, fue ocupando poco a poco las paredes de uno de los cuartos, hasta, literalmente, forrarlas todas de latas de cerveza, perfectamente ordenadas y cuidadas.

“Esta afición empieza el día que acudí a la primera carrera del Mundial de Motos que se corrió en Jerez, y es que por entonces era muy aficionado a las motos”, cuenta Rafael Prieto. “Allí se encontraba cerca de nosotros un grupo de aficionados daneses. Yo no soy muy amigo de la cerveza, la verdad; la bebo, pero prefiero mejor una buena copa de vino. El caso es que estos daneses empezaron a beber cerveza nada más abrirse el circuito, y ya antes de que se iniciaran los libres, a eso de las nueve y media, ya estaban borrachos”.


Rafael vio una de ellas, de la marca ‘Odin’, que le llamó la atención por su diseño y se la pidió a uno de estos aficionados pensando en convertirla en un lapicero. Y ahí se quedó de momento todo, hasta que con ocasión de uno de sus habituales viajes a Francia para visitar a parte de la familia que aún continúa viviendo allí, y a donde sus padres llegaron huyendo de la Guerra Civil española, comenzó a fijarse en las llamativas latas que encontraba en bares y tiendas.

“Así fue como me traje otra lata, y en el siguiente viaje me hice con una colección de catorce latas procedentes de Sudáfrica, en la que se ve a los distintos animales de la sabana africana”. Ya de nuevo en Dos Hermanas, se fijó también en una lata de cerveza negra de la marca Cruzcampo, que compró para sumarla a su todavía pequeña colección, hasta que un viaje por aquí y otro por allá, fue ampliándola hasta convertirse en una de sus grandes aficiones. De esta manera es como Rafael ha llegado a una colección que supera ya las 3.000 latas procedentes de un total de 82 países, entre ellos de Marruecos, Alemania, México, Canadá, Escocia, China, Taiwan o Vietnam.

Claro, nada más que sus familiares y amigos comenzaron a conocer esta afición, pues también se sumaron a la tarea regalándoles aquellas que encontraban en sus respectivos viajes. “El caso es que ahora mismo creo que debo tener, porque últimamente he perdido algo la cuenta, más de tres mil. Y mis hijos, que saben buscar con el ordenador, conocen lo que valen ya algunas de ellas”.


A esta afición por las latas de cerveza fue añadiendo también botellines, muchos de ellos de elaboración artesanal, que igualmente muestra en su colección particular. Y, entre todas, asegura que entre las que más aprecia, además de aquella primera danesa, son todas las que fue adquiriendo a lo largo y ancho de sus muchos viajes atraído por la otra de sus grandes aficiones: el montañismo. Fue de esta forma como guarda en su casa latas de cuando, por ejemplo, subió al Kilimanjaro o al Atlas de Marruecos.

“La verdad es que no sé si siempre voy a estar con este cachondeo o lo voy a dejar ya”, comenta este nazareno cuya colección es ya bastante conocida en muchos lugares. “En España, por ejemplo, hay muchos coleccionistas, además de en países del mundo. El mayor coleccionista que yo conozco es un abogado que vive en Galicia”. Y con ellos ha llegado a realizar numerosos intercambios de latas que tiene repetidas, pero teniendo a buen recaudo su especial colección de las latas procedentes de Sudáfrica, por las cual ya se han interesado algunos coleccionistas, “porque hay muy poca gente que la tiene completa”. Algo que él si posee y guarda con mimo en su casa de Dos Hermanas.

REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL