Historias de Dos Hermanas




Muchas personas no conocen la historia de esta ciudad. Por eso he escrito aquí: Las Huellas del pasado.
En la Prehistoria los terrenos donde actualmente está situada Dos Hermanas no existían. Estos formaban parte del Lago Ligustino, El río fue depositando aquí los sedimentos que iba arrancando en su curso alto y medio, hasta que el lago desapareció. Todavía queda una zona que se inunda, en la que se mezcla agua dulce del río y salada del mar, como recuerdo del Lago ligustino: son las Marismas del Guadalquivir.

Los primeros habitantes eran turdetanos. Ellos vinieron en el primer milenio antes de Cristo. Se situaron a orillas del río. Eran personas sencillas que se dedicaban a la caza y a la pesca.













A este pueblo los invadieron los romanos.
Las tropas romanas entraron en el sur de la península en el 206 a.C. bajo las órdenes del general Publio Cornelio Escipión el Africano. Se apoderaron de sus tierras, la llamaron Orippo. Ciudad romana en la Vía Augusta que iba desde Roma a Cádiz. Orippo aparece en los "Vasos de Vicarello" y es citada en el "Itinerario de Antonino" como la Quinta Mansión de la VII vía militar, que iba de Gades a Corduba, a 24 millas de Ugia (Torre Alocaz, Utrera) y a 9 millas de Hispalis (Sevilla). Al río que pasaba cerca de la población le llamaron Tartesso.




En la época romana acuñaron su propia moneda y dejando testimonio de su importancia en los restos arqueológicos que han aparecido, resaltando el hallazgo de un grupo de escultura funeraria sedente de arenisco y numerosos restos de construcción muy sencilla, entre los que destacan las instalaciones de unas termas. Los romanos llamaron a nuestra patria Hispalis. Construyeron en terrenos de Orippo una torre bien alta para vigilar el paso del río. Orippo era un puerto de entrada a Sevilla. Era una gran bahía.








Se localiza esta población en las proximidades del actual Polígono de la Isla, junto a la Torre de los Herberos y al borde del antiguo cauce del Guadalquivir

De esta época queda la torre de los Herberos y otros restos como el matrimonio de Orippo.







El pescado se guardaba en unos tanques desde 3 semanas hasta 3 meses. Estos tanques también se utilizaban para producir salsa de pescado a partir de vísceras de determinados peces mezclados con carne de pescado, estos elementos se batían y posteriormente se filtraba la pasta para obtener la famosa salsa Garum que se utilizaba como potenciador del sabor en la cocina romana.







El segundo núcleo urbano más importante de Dos Hermanas está constituido por el Distrito de Quinto (Montequinto), cuyo nombre muestra el origen del mismo. Según los antecedentes históricos, por estos territorios discurría una antigua vía romana, cuya quinta piedra miliar o hito de distancia se encontraba aquí. Por esta razón, en las referencias geográficas romanas se denominaba este lugar “Quintus ab urbe lapide” (Quinta piedra desde la ciudad), posiblemente como entidad de población o parada donde reponer fuerzas los caminantes. Aquí también se construyó una torre bien alta para vigilar las posibles invasiones, a las que tanto temían los romanos. Cuentan que en Orippo había una gran extensión de árboles cipreses y que los cortaron para hacer barcos. Sólo respetaron los que estaban dentro de los cementerios.




Luego la invadieron los visigodos.


En el siglo V Hispalis fue tomada sucesivamente por varios invasores germánicos: los vándalos de Gunderico en el año 426; los suevos gobernados por Requila en el año 441; y finalmente los visigodos, que la controlarían hasta el siglo VIII. Hispalis pasó a ser llamada Spali.








Tras el corto reinado de Teudiselo, sucesor de Teudis, se eligió a Agila I en el 549. Los visigodos estaban inmersos en luchas internas cuando el emperador bizantino Justiniano I aprovechó para intentar conquistar toda Andalucía. Después de múltiples luchas y la derrota de varios líderes, los godos consiguieron hacerse con cada rincón de la región, siendo Leovigildo, en 584, el designado para reinar. En 585, su hijo Hermenegildo se convirtió al catolicismo -frente al arrianismo de reyes anteriores- y se autoproclamó rey en la ciudad, sublevándose contra su padre. Se cuenta que Leovigildo hizo cambiar el curso del Guadalquivir, cortando el paso de agua al brazo menor del río que circulaba por la actual Alameda de Hércules a fuerza de obstaculizar su paso para provocar la sequía a los habitantes. En 586, su otro hijo Recaredo accedió al trono y con él Sevilla pasó a disfrutar de una época de gran prosperidad.

                                                                Cristianismo

En tiempos de los visigodos destacaron dos prelados sevillanos, ambos hermanos y canonizados como santos: San Leandro y San Isidoro. San Leandro, además de una intensa labor reformadora del clero regular y secular, convirtió al catolicismo a Hermenegildo, virrey de la Bética e hijo del rey Leovigildo (arriano) contra el que inició una sublevación apoyado por la nobleza hispano-romana, tras cuyo fracaso fue ejecutado. Tras la muerte de Leovigildo, Leandro tuvo un destacado papel en el III Concilio de Toledo -589- donde el nuevo rey Recaredo se convirtió definitivamente al catolicismo con toda la nobleza visigoda. San Isidoro escribió un conjunto enciclopédico de veinte libros conocidos como Etimologías que encerraban todo el saber de la antigua cultura grecolatina (medicina, música, astronomía, teología, etc.) de gran influencia en toda la Europa medieval.

Luego llegaron los árabes.

Musa, acompañado por su hijo Abd al-Aziz ibn Mussa, cruzó el Estrecho con un ejército de 18.000 hombres y procedió a la conquista del territorio visigodo. Ocupó Medina-Sidonia, Carmona y Sevilla, y, seguidamente, atacó Mérida, poniendo sitio a la ciudad, que resistió un año (30 de junio del 713). El príncipe musulmán Abd al-Aziz ibn Mussa, tomó Hispalis después de un largo asedio. Hasta su asesinato a manos de sus primos en el 716, Sevilla hacía las veces de capital de Al-Ándalus (el nombre que recibió la Península Ibérica como provincia del Imperio islámico) cuyo nombre fue arabizado como Isbiliya.







Por los años 830 se construyó la mezquita de Ad-Abbas, que actualmente ocupa la iglesia de El Salvador.
El 1 de octubre de 844, estando la mayor parte de la península Ibérica controlada por el Emirato de Córdoba, un grupo de aproximadamente 80 barcos vikingos, después de haber intentado saquear Asturias, Galicia y Lisboa (ciudad que consiguieron a su regreso), ascendió por el Guadalquivir hasta llegar a Sevilla, atacó la ciudad durante siete días causando un gran número de bajas humanas y cogiendo numerosos rehenes con la intención de pedir rescate, -otro grupo quedó en Cádiz para saquearla-. Mientras llegaba el dinero, se quedaron esperando en la Isla Menor (una de las islas del río).




Desde la torre de la iglesia que existía en Quinto se acechaba la marcha de los invasores, que fueron derrotados finalmente en los campos de Tablada.
Entre tanto, el emir de Córdoba, Abderramán II, preparó un contingente para enfrentarse a ellos. El 11 de noviembre se entabló una batalla campal en los terrenos de Tablada. Los resultados fueron catastróficos para los invasores, que sufrieron mil bajas; cuatrocientos fueron hechos prisioneros y ejecutados, unas treinta naves fueron destruidas, siendo los rehenes liberados. Con el tiempo, el reducido número de supervivientes se convirtió al islamismo, instalándose como granjeros en la zona de Coria del Río, Carmona y Morón, dedicándose a la ganadería y producción de productos lácteos (origen de los reputados quesos sevillanos). Los vikingos realizaron varias incursiones más en los años 859, 966 y 971, pero con intenciones más diplomáticas que conquistadoras; aunque un intento de conquista en el año 971 quedó frustrado, siendo la flota vikinga totalmente aniquilada.
Las crecidas del río eran cada vez mayores, inundaba las cosechas y mataba sus ganados, así que los habitantes de Orippo se fueron alejando del río. Este río que ha tenido tantos nombres. Los fenicios lo llamaron Betis, los visigodos río Tartessos y los árabes lo llamaban al-wadi al-Kibir o sea Río Grande. Y ese sonido es el que ha llegado hasta nuestros días "Guadalquivir".

                                                            Orippo y Al-Madain.

Durante la dominación árabe a Orippo la llamaron Al Madain. Construyeron muchas Alquerías, tantas como haciendas hay hoy en día. Ib Jaldún era el señor de la villa, su casa ha llegado hasta nuestros días se llamaba Torre de Borg Aben Haldón. Hoy es la Hacienda Torre doña María.
Cuando llega la hora de la oración, el Muadhin, que es quien llama a la oración, sube al minarete y desde allí da el Adhan, El Adhan es la llamada a la oración. Así que construyen una torre para ello, torre que ha llegado hasta nuestros días.










En sus tierras se sembraron palmeras datileras, higueras, árboles frutales, muchos cítricos y olivos. En su huerta, bien regada, consumían hortalizas frescas todo el año. Las de verano berenjenas, calabazas, judías, pepinos, melones, sandias, ajos entre otras y las de invierno nabo, col, zanahoria, acelgas, puerros etc.

En las marismas de Al-Madain fue donde el califa Abderramán III instaló su yeguada árabe en las Marismas.



En las zonas secas surgió el cultivo del trigo y la cebada. Se siembran también habas y granos, que eran la base de la alimentación de la población. En períodos de baja producción se recurría a la importación de cereales del norte de África. Fue durante esta época que el cultivo del arroz se introdujo en la península y la caña de azúcar. Los frutales ocupaban un área agrícola importante; Sintra era famosa por sus peras y manzanas. El actual Algarve se destacaba por la producción de higos y uvas. También destacaba la producción de miel y de vino. Aunque su consumo estaba prohibido por el islam, este se producía y consumía en grandes cantidades, por lo menos hasta la llegada de los almohades.


Menor papel económico tendría la ganadería, destaca su importancia en la alimentación, el transporte y menor en las labores agrícolas. La cría de ganado era también una práctica común, en particular de ganado bovino y caprino. Asimismo, los conejos y las gallinas eran muy apreciados en la alimentación. Los musulmanes cruzaron los sistemas hidráulicos de los romanos con los de los visigodos y con las técnicas que trajeron de Oriente. A lo largo de los ríos construyeron molinos de agua y para sacar agua de los pozos introdujeron la noria y la picota.
El arte almohade continuó la estela almorávide consolidando y profundizando en sus tipologías y motivos ornamentales. Construían con los mismos materiales: azulejos, yeso, argamasa y madera. Y mantuvieron, como soporte, los pilares y los arcos utilizados en el período anterior.


Su mejor testimonio se halla representado en el Alcázar de Sevilla (más tarde lo reformaría el Rey D. Pedro I). Este esquema será aplicado, asimismo, en los patios nazarís y mudéjares. Otra novedad consiste en la colocación de pequeñas aberturas o ventanas cubiertas con celosías de estuco que dan acceso a una estancia y que permiten, de este modo, su iluminación y ventilación.

Durante la conquista de España por los árabes, los judíos que habían contribuido a la invasión fueron respetados y tratados con generosidad por los musulmanes y se establecieron en todas las ciudades tomadas, gozando de gran influencia en la nueva sociedad, gracias en parte a su importancia financiera.

Los judíos tenían una importante formación. Al contrario que los cristianos, la gran mayoría sabían leer y escribir. También tenían, por sus relaciones históricas y por contactos comerciales con Al-Ándalus gran dominio de la lengua árabe. De esta forma participaron de manera muy importante en la así llamada Escuela de traductores de Toledo. En una traducción trabajaban en equipo un judío y un cristiano: el judío traducía del árabe al romance, lengua vulgar no científica; y el cristiano traducía del romance al latín.
De este modo llegaron a Occidente las obras de Aristóteles y las de la cultura clásica así como el imponente saber científico de los árabes.

Gracias al uso del papel, que permitía copias económicas, la biblioteca de al-Hakam II en Córdoba (una de las 70 en la ciudad), contenía 400 000 volúmenes, entre ellos, los tesoros de la antigüedad greco-latina y aportaciones originales de pensadores musulmanes como Avempace y Averroes.
El pan era la base de la alimentación del al-Ándalus, consumiéndose también carne, pescado, legumbres y frutas. Los alimentos eran cocinados con hierbas aromáticas, como el orégano, y especias (jengibre, pimienta, comino...). La grasa usada era el aceite (al-zait). Los dulces eran también apreciados, como las quijadas (qayyata), el arroz dulce con canela y diversos pasteles hechos con frutos secos y miel, que son aún hoy característicos de la gastronomía de ciertas regiones de la península.


Mientras que el resto de Europa permanecía en la Edad Oscura del conocimiento, Al-Ándalus florecía. Al-Ándalus sirvió de puente entre Oriente y Europa para la difusión de las obras de los filósofos clásicos griegos, en especial Aristóteles, que seguramente se habrían perdido a no ser por las traducciones realizadas en Al-Ándalus. El principal pensador de Al-Ándalus fue Ibn Rusd (Averroes) (siglo XII). Entre sus obras cabe señalar los comentarios realizados sobre la obra de Aristóteles, del que fue su traductor, de Platón y una enciclopedia médica. Sus ideas influyeron notablemente en el pensamiento renacentista. En la Universidad de París el pensamiento de Aristóteles, en el siglo XIII, llegará fundamentalmente gracias a Averroes.







La medicina era una profesión típica de judíos. Hubo grandes médicos y científicos, matemáticos, astrónomos. Eran especialistas en la fabricación de instrumentos de cálculo como relojes, astrolabios, cuadrantes etc. Existió una convivencia pacífica entre judíos, musulmanes y cristianos.







Los negros llegaron a Al-Ándalus como esclavos o como mercenarios. Desempeñaron funciones como miembros de la guardia personal de los soberanos, mientras que otros trabajaban como mensajeros. Las mujeres negras fueron concubinas o criadas. Los eslavos fueron inicialmente esclavos, pero muchos consiguieron progresivamente comprar su libertad. Algunos alcanzaron importantes cargos en la administración y durante el periodo de los primeros reinos de taifas (siglo XI) algunos eslavos formarían sus propios reinos.





La estructura social andalusí estaba condicionada por el origen étnico de cada grupo y por la clase social.

Los mozárabes y los judíos gozaban de libertad de culto, pero a cambio estaban obligados al pago de dos tributos: el impuesto personal (yizia) y el impuesto predial sobre el ingreso de las tierras (jaray). Estos dos grupos tenían autoridades propias, gozaban de libertad de circulación y podían ser juzgados de acuerdo con su derecho. Sin embargo, también estaban sujetos a las siguientes restricciones: no podían ejercer cargos políticos;
Los hombres no podían casarse con una musulmana; no podían tener criados musulmanes o enterrar sus muertos con ostentación; debían habitar en barrios separados de los musulmanes; estaban obligados a dar hospitalidad al musulmán que la necesitara, sin recibir remuneración.

Los judíos vivían cerca de las sinagogas y los árabes cerca a sus mezquitas.
Así que cuando se establecieron en nuestra Al-Madain vivían separados. Dicen que las primeras viviendas se construyeron en el lugar que hoy conocemos como C/ Alcoba y C/ San Alberto.

La reconquista de Sevilla.

En 1247, el rey cristiano Fernando III de Castilla y León inició la Reconquista de Andalucía. Tras reconquistar Jaén y Córdoba, se apoderó de las poblaciones del entorno, como Carmona, Lora del Río y Alcalá del Río, situándose el ejército en las proximidades de la ciudad. El asedio se prolongó durante 16 meses. La acción decisiva se llevó a cabo, en mayo de 1248, por Ramón de Bonifaz, que remontó el Guadalquivir, rompiendo el puente que conectaba Sevilla con Triana y que permitía el abastecimiento de la ciudad a través del Aljarafe. La ciudad se rindió el 23 de noviembre de 1248. Sevilla fue asediada como bien dice la historia después de 16 largos meses pasando hambre y penurias. Muchos de sus habitantes prefirieron morir antes que entregar su ciudad.
¡Qué pena llevarían los que se tuvieron que marchar!





Durante la reconquista acontecieron en estas tierras de Al-Madain hechos importantes que recogen las crónica tales como el encuentro de la Armada de Ramón Bonifaz con el ejército del Rey San Fernando junto a la Torre de los Herberos, desde esta torre se dio el primer aviso de la invasión del Almirante Bonifaz.
Fuente del Rey.

No muchos saben que en el interior del núcleo urbano de Fuente del Rey, perteneciente a Dos Hermanas, se esconde toda una historia, con tintes legendarios, protagonizada por nobles caballeros medievales que vivieron una serie de hechos en estas tierras –hoy, a las espaldas del hospital Virgen de Valme- durante la Reconquista de Sevilla por parte del rey Fernando III.
Algunas de sus calles como Templarios, Almirante Bonifaz, Fernandina o Pelay Correa dan ya algunas pistas de lo que en aquella zona sucedió siglos atrás e incluso el propio nombre de esta zona, Fuente del Rey, deja también una más que considerable muestra de su pasado. Sin embargo, la historia que hay detrás de todo esto sigue siendo desconocida para una amplia mayoría.
Y es que, la historia narra que fue en esta zona donde el rey Fernando III y sus hombres se asentaron durante la Reconquista de Sevilla, allá por el año 1248.
Pelay Correa

Se cuenta que por aquel entonces el maestre de la Orden de Santiago Pelay Pérez Correa se encontraba en este campamento instalado en la zona recuperándose de una herida de flecha, gracias a las atenciones que le brindaba el moro Omar, que vino enviado desde Granada para atenderlo. Pronto los dos hombres establecieron una fuerte amistad, que no fue bien vista por el resto de caballeros cristianos.

Una noche, de hecho, el musulmán fue asesinado por los soldados y en su tumba, tras rezar una plegaria, el maestre clavó su espada emanando en ese momento de la tierra un manantial de agua que sació la sed de todos los hombres. En honor a la relación que tuvieron Pelay y Omar se le llamó la «fuente de la amistad».





Un detalle sobre los cántabros que ayudaron al Almirante Ramón Bonifaz.
La recompensa al valor de aquellos hombres que ayudaron a conquistar Sevilla beneficio grandemente a los cántabros, ya que el Rey San Fernando les concedió una serie de privilegios entre los que se contaban la exención de pago por los navíos de Cantabria de los derechos de puerto y de mercancías en Sevilla, y en menoría de aquel glorioso hecho, las villas de Cantabria que participaron en la conquista, tomaron por escudo de armas “un barco surcando las aguas del Rio Guadalquivir, la Torre del Oro y una cadena cerrando el paso”, y dicho hecho histórico está plasmado en el escudo de la Autonomía de Cantabria. Éste es el escudo de Santander.

¿Pero quién fue el Almirante Ramón Bonifaz?

El Almirante vivía en Cantabria pero era francés. Boniface de la Camarge. Supo que el Rey Fernando III llevaba 10 años asediando Sevilla sin éxito, así que se presentó ante el monarca y le dijo:

―Majestad, si usted me otorga fondos me comprometo a construir o reconstruir en cuatro años más de 20 barcos de guerra con tripulaciones de Castro Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera para atacar por sorpresa desde el Guadalquivir a Sevilla.
El Rey le concedió la autorización y los fondos. Fueron cuatro años de intensos trabajos. En los primeros días de abril de 1248 se fueron uniendo los barcos y en la primera semana de mayo ya se encontraban en Sanlúcar de Barrameda. Con viento favorable el día 4 de mayo aparecen enfilados los 27 navíos en medio de las dos Sevilla que parte el Guadalquivir. Su primer objetivo era partir Sevilla en dos y aislarla. Romper el puente de barcas fue encomendado al barco “El Faro de Castro”. Una caída del viento hizo que la quilla del navío se estrellara contra las cadenas sin romperlas. Le sustituyó en la tentativa el barco “Carceña”, así llamado por estar construido con el roble del monte Carceña de Castañeda. A este barco le cabe el honor de haber roto el puente de barcas que unía Triana con Sevilla. Así que las dos Sevilla quedaron aisladas. Fue para Cantabria la mejor gesta de la historia, de ahí que múltiples blasones y banderas de las villas marineras recuerden en sus escudos esa efeméride. En la majestuosa iglesia de Laredo, del techo del patio central cuelgan restos de las cadenas que sujetaban el puente y que fueron llevadas como botín de guerra.





Ramón Bonifaz
Escudo de Cantabria

Con la reconquista cristiana muchos de los baños árabes se cerraron al "entenderse" que eran locales propicios a la conspiraciones políticas, así como a la práctica de relaciones sexuales entre el mismo sexo.
Una vez reconquistada Sevilla se reparten las tierras entre los caballeros que le han ayudado al rey aportando hombres y dinero para la conquista. En el siglo XIII se le conceden estas tierras al adalid castellano-leonés Gonzalo Nazareno que se instaló en la casa de Ib Jaldún. Como habían expulsados a los árabes sus casas fueron ocupadas por los soldados, pero la zona quedó casi desierta.

Gonzalo Nazareno se trajo a la gente de su tierra, por eso fueron repobladas con familias traídas de Villavicencio de los Caballeros (Valladolid). Los soldados que entraron por “asedio” en Sevilla se instalaron en la Hacienda de Quinto y en el cortijo de cuarto.
Las hijas o sobrinas de Gonzalo Nazarenos vinieron a estas tierras Elvira y Estefanía que, según la tradición, descubren en una cueva-gruta la imagen de una "Santa Ana". (Escultura gótica triple) y una campana, que se conservan. Se construyó una Iglesia y la gente venían de peregrinación a ver a la Santa. Se hizo muy famosa ya que en su mano derecha, tanto ella como la Virgen María tienen una granada, que es el símbolo de la fertilidad y mucha gente venían a pedirle un hijo o una hija. A partir de entonces se comienza a conocer Al-Madain como la Aldea de las Dos Hermanas. Por este motivo sus habitantes se comienzan a llamarlos"nazarenos", a partir del apellido de aquellas dos hermanas. Santa Ana es nuestra patrona y San Sebastián nuestro patrón.







 Nuestra villa con la reconquista de Sevilla se convirtió en una villa de realengo, o sea que pertenecía al Rey y que podía venderla a quién él quisiera o también regalarla, alquilarla o cederla como hizo a Gonzalo Nazareno.
 ¿Qué pasó con los judíos que estaban en Al- Madain?
Pues como tenían la protección del Rey se marcharon a vivir a Sevilla.
Desde los primeros momentos de la conquista cristiana, los judíos ocuparon en Sevilla un barrio propio, situado prácticamente extramuros, al norte del Alcázar. Tenía puertas que de noche se cerraban para protegerlos de los cristianos. Sabemos que, en 1252, Alfonso X donó a los judíos tres mezquitas en la Judería, para que las convirtieran en sinagogas. Estas sinagogas se corresponden con tres iglesias actuales: Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca. El barrio libre que los judíos ocupaban en Sevilla abarcaba una amplia extensión de la ciudad. El muro que lo rodeaba se extendía desde el actual Colegio de San Miguel hasta el centro de la nave derecha de la catedral y, cruzando el lugar ocupado más tarde por el Corral de los olmos, seguía por la Borceguinería hasta la Puerta de Carmona y encajaba en el muro que rodeaba la ciudad hasta el pie de la Torre del oro. Tras la Reconquista, la judería quedó reducida a la parte que describen los autores de los siglos XVI y XVII. La muralla que rodeaba la judería era, por su lado exterior, la de la ciudad pero fuera del recinto destacaba la mole del Alcázar, así como el barrio de la mezquita y una parte de la Borceguinería; la judería quedaba limitada por el muro que, arrancando de la puerta del Alcázar, muy cerca de la calle de la Vida, penetraba en la calle de la Soledad, alcanzaba la zona donde se levanta hoy la iglesia de San Nicolás y corría a lo largo de la calle Toqueros y la del Vidrio para entrar en la de los Tintes por el callejón de Armenta (en otros tiempos de la Rosa) para unirse finalmente con el muro exterior de la Puerta de Carmona. 

¿Qué pasó con la Alquería de Ib Jaldún?

Una vez muerto Gonzalo Nazareno pasó a manos del rey que volvió la aluiló a otros nobles que vivían en nuestra villa de Dos Hermanas. En el siglo XIV Pedro I “El cruel o el Justiciero” se instaló con María de Padilla y le cambió el nombre a la Alquería de Ib Jaldún, la llamó Hacienda Torre de Doña María en honor a su amante María de Padilla con la que tuvo varios hijos. Con ese nombre ha llegado a nuestros días.

Pedro I
Durante su reinado, Sevilla se convirtió en el centro del gran comercio internacional. La judería sevillana alcanzó su apogeo bajo el reinado de Pedro I, rey de Castilla desde el 26 de marzo de 1350 hasta su muerte el día 23 de Marzo de 1369.
Pedro I fue conocido como el cruel o el Justiciero. Sobre él hay muchísimas historias.
Lo que siempre me ha extrañado es que ninguno de sus ocupantes sustituyó la torre mora con la tres esferas y la media luna. ¡Es preciosa!




La animadversión hacia la comunidad judía, presente desde hacía un siglo, pero más o menos encubierta, se desató abiertamente en 1354, cuando los judíos sevillanos fueron acusados de profanar la hostia. La peste negra, de 1348, había desatado los ánimos y los judíos sufrieron las consecuencias de los años de depresión tras la epidemia.
Así que fueron acusados de la peste y de cualquier desgracia.


Los asaltos, los incendios, los saqueos y las matanzas se inician en junio en Sevilla, donde Fernando Martínez, arcediano de Écija aprovechando el vacío de poder que crea la muerte del arzobispo de Sevilla endurece sus predicaciones en contra de los judíos que había iniciado en 1378 y manda derribar las sinagogas y requisa los libros de oraciones. En enero de 1391 un primer intento de asalto a la judería puede ser evitado por las autoridades municipales, pero en junio cientos de judíos son asesinados, sus casas saqueadas y las sinagogas convertidas en iglesias. Algunos judíos logran escapar; otros, aterrorizados, piden ser bautizados.

Durante el siglo XIII y XIV, los judíos contribuyeron a reactivar la economía sevillana. Muchos de ellos se convirtieron en servidores de la casa real, arrendadores de las rentas de la frontera, que debían recaudar los derechos reales del almojarifazgo de Sevilla por Fernando IV. Durante su reinado, Sevilla se convirtió en el centro del gran comercio internacional. La judería sevillana alcanzó su apogeo bajo el reinado de Pedro I, rey de Castilla desde el 26 de marzo de 1350 hasta su muerte el día 23 de Marzo de 1369.
Pedro I fue conocido como el cruel o el Justiciero.
En el siglo XIV el rey Pedro I “El cruel o el Justiciero” se instaló con María de Padilla, hizo varias reformas y le cambió el nombre a la Alquería de Ib Jaldún, llamaba Torre de Borg Aben Haldón, la llamó Hacienda Torre de Doña María en honor a su amante María de Padilla con la que tuvo cuatro hijos. Con ese nombre ha llegado a nuestros días.
Pedro I, el Cruel o el Justiciero, según unos u otros, fue un rey que ha dado mucho que hablar. No son pocas las historias que se cuentan de él. Una de ellas es una leyenda cuya prueba aún perdura en una calle sevillana.
Según cuenta la leyenda, todo aconteció bien por un lío de faldas o por desafiar al entonces alcalde de la ciudad, Domingo Cerón, quien afirmaba que en la ciudad no se cometía ningún delito que quedase sin castigo, cosa que el monarca quiso comprobar. Caminaba solo por la ciudad embozado en su capa cuando se encontró con un rival directo: uno de los Guzmanes, hijo del Conde de Niebla, familia que apoyaba a Enrique de Trastámara, hermano bastardo del rey, que quería destronarle.
Un mal encuentro que por supuesto acabó en choque de espadas. Un duelo nocturno, que acabó en la muerte del miembro de los Guzmanes. Y una testigo que vio entre tinieblas y oyó desde la ventana lo sucedido: una anciana que se asomó alarmada por el ruido de aceros; alumbrándose con un candil pudo distinguir que el matador era un hombre rubio, que ceceaba al hablar y al que le sonaban las rodillas al andar como si entrechocaran nueces, o sea, el mismísimo rey. Por miedo a ser descubierta se retiró precipitadamente de la ventana, lo que provocó que el candil con el que se alumbraba cayera a la calle y fuera descubierto por los alguaciles, que dedujeron lo sucedido y la detuvieron.
Como era de esperar, al día siguiente los Guzmanes exigieron justicia, a lo que el rey contestó prometiendo la cabeza del culpable en el lugar del asesinato. Fue la misma anciana quien al cabo de unos días llevaron para atestiguar, aunque se negó a hacerlo, por temor a represalias. En un momento, el rey llamó a la anciana a su presencia y le dijo al oído "Di a quien viste y no te ocurrirá nada; te doy mi palabra". La anciana, ante la promesa del rey se tranquilizó, y pidió a este que le trajesen un espejo. Se situó justo delante del rey con el espejo frente a este y le dijo: "Aquí tenéis a vuestro asesino".
El rey digamos que cumplió a su manera la promesa de cortar la cabeza del asesino. Mandó colocar una caja de madera en el lugar del suceso, en la cual, aseguraba a los ofendidos Guzmanes, se guardaba la cabeza del asesino y ordenó que esta no se abriese hasta el día de su muerte, siendo vigilada día y noche. Al morir Pedro I se abrió la caja y cuál fue la sorpresa de todos al encontrar en ella un busto del monarca. Aún a día de hoy está visible, aunque no es primitivo y da nombre a la calle Cabeza del rey don Pedro.
Al final su propio hermano lo mató. Al difunto rey le cortaron la cabeza y la colgaron en la almena del castillo, como si el destino le hubiera obligado al final a cumplir su palabra. Por fin la cabeza del asesino fue cortada y expuesta públicamente. Una crónica manuscrita conservada en la Biblioteca Nacional de París afirma que Enrique II hizo pasear la cabeza de Pedro I clavada en el extremo de una lanza por diversas ciudades y castillos que aún defendían la causa del rey Pedro I.

María Coronel.
María Coronel tuvo una desgraciada vida, marcada por las luchas por el poder en una Castilla dividida por continuas guerras civiles, y por el capricho o empecinamiento del rey Pedro por poseer a toda mujer que se le apeteciera. Para entenderla mejor hay que conocer el entorno histórico en que se desarrolla.
María Fernández Coronel era la hija mayor de don Alfonso Fernández Coronel, Señor de Montalbán, Capilla, Burguillos y Bolaños, y  Elvira Alfonso de Biedma Alfonso Fernández era un poderoso noble castellano que logra el favor del rey Alfonso XI.
María coronel se casó con Juan de la Cerda, descendiente de Fernando III el Santo y nieto de  Alonso Pérez de Guzmán "el Bueno" y de María Alonso Coronel.  
Tuvieron una hija, Leonor de la Cerda quien falleció doncella y recibió sepultura en el convento de Santa Inés en Sevilla

 Y aquí empiezan sus desgracias…

El rey Pedro, que pasaba largas temporadas en Sevilla, donde sobre el antiguo palacio almohade mandó construir el bello Alcázar sevillano, se encapricha de Aldonza Coronel con la que se ve primero en la Torre del Oro y luego en el Alcázar de Carmona. Ante la ausencia de su marido don Alvar Pérez de Guzmán, su cuñado, el esposo de María Coronel, Juan Alfonso de la Cerda, descendiente de la familia real de León, defiende su honor contra el rey levantándose en armas y siendo derrotado por Juan Ponce de León, Señor de Marchena, por lo que es apresado. María Coronel partió desde Sevilla a Tarragona, donde se encontraba el rey para rogarle clemencia. El cruel Pedro I la engañó pues le concedió el indulto porque sabía que antes de que María Coronel volviera con la carta de libertad a Sevilla, el preso habría sido decapitado, lo que efectivamente ocurrió ocho días antes de que ella llegara.
María Coronel, ya viuda, se retira a casa de sus padres, en la calle Arrayán, esquina con el mercado de la Feria, donde aún se conserva un hermoso ventanal de estilo mudéjar y que posteriormente fue residencia de los marqueses de la Algaba, corral de vecinos, teatro y almacén.

Pedro I, que se había percatado de su hermosura, la persigue hasta allí en compañía de sus criados y María huye al convento de Santa Clara, rodeando la laguna de la Alameda, buscando refugio entre las monjas. Éstas, conocedoras de la catadura don Pedro, la esconden en una zanja y la cubren con tablas y tierra sobre la que dicen que crecieron al instante plantas y flores que la ocultaron. El rey, a pesar de registrar todo el convento, no pudo encontrarla y hubo de marchar. Sin embargo, días después y debido a una delación, el monarca se presentó de improviso y persiguió por los corredores a doña María, que finalmente se refugió en la cocina del convento y, viéndose sin salida, se vertió sobre el rostro el aceite hirviendo que se encontraba al fuego, desfigurándose totalmente la cara y las manos.

Dicen unas crónicas que el rey, impresionado y aterrado, le devuelve las posesiones de su familia y las rentas confiscadas, con lo que María Coronel funda con su hermana Aldonza el convento de Santa Inés en la misma casa de sus padres, junto a la parroquia de San Pedro, siendo su primera abadesa hasta su muerte. Sin embargo otros historiadores apuntan a que no recuperó sus propiedades hasta la muerte de Pedro I y la entronización de Enrique II. Esta última versión coincide cronológicamente con los hechos, pues la fundación del convento de Santa Inés data de 1.376 y para su mantenimiento Doña María donó sus posesiones en Sevilla, Carmona y el Aljarafe, y los castillos de su padre al infante don Fernando de Antequera en 1.409, a cambio de que él terminara la construcción del monasterio y entregara una renta anual a sus monjas.
Aunque tradicionalmente se considera que murió el dos de diciembre de 1.411, el historiador Moreno Alonso dice fue en 1.409, cuando tenía alrededor de setenta y cinco años. El cuerpo de doña María Coronel estuvo enterrado hasta 1.679 en un sepulcro bajo, junto a su marido Juan de la Cerda y una hija pequeña, hasta que, con motivo de unas obras, las monjas decidieron trasladarlo a otro sitio. Entonces se descubre que el cuerpo de doña María estaba incorrupto, en tanto que tan solo quedaban cenizas de su marido e hija. En 1.834 se reconocía su incorruptibilidad. Desde entonces se venera piadosamente en Sevilla con un fervor popular que nunca ha decrecido y su cuerpo puede verse cada dos de diciembre tras una urna de cristal.






El documento más antiguo en el que aparece el nombre de "Dos Hermanas" data de 1404 y se halla en el inventario de los papeles del Mayordomazgo de Sevilla, donde se recogen un mandamiento para que pagasen los "maravedíes" que les correspondían para pagar las defensas contra el Reino de Granada.

En el siglo XV se instaló en la Hacienda Torre Doña María la familia de Bernaldo de Grimaldi. Este señor procedía de Génova, pero hacía muchos años que se instalaron en la villa de Medina del Campo. Como su intención era vivir en Sevilla. Un amigo le comunicó que se arrendaban las tierras de esta hacienda y él, su hijo y su nuera se instalaron en ellas. Están enterrados al entrar en la capilla de Santa Ana ya que él restauró dicha capilla.

Desde principios del siglo XV empezaron a asentarse en los territorios peninsulares los gitanos. Y en Dos Hermanas se asentaron varias familias. Lo hicieron en las afueras del pueblo. (Vereda del rayo) (Cerro blanco). No les gustaba mezclarse con los "Payos" aunque para vivir necesitaban que le compraran las cosas que producían. Se dedicaban entre otros trabajos a la herrería, cestería... De noche se reunían en torno a una hoguera, cantaban y bailaban. Mucho tiempo tardaron en casarse payos y gitanas o payas y gitanos.
 






Hubo en terremoto en Sevilla. Tuvo lugar entre las 9 y las 10 de la mañana del 5 de abril de 1504, cuando casualmente era Viernes Santo. El terremoto mató a 27 habitantes de Carmona y los daños costaron varios cientos de miles de maravedís, afectando a los barrios de viviendas y a las iglesias.

La Iglesia de Santa Ana sufrió grandes desperfectos en su techo y sus paredes. La familia de Bernaldo de Grimaldi corrió con los gastos de la reparación, pero como toda persona rica se aseguró que después de su muerte fuera enterrado en dicho lugar, tanto él como su hijo Juan Bautista de Grimaldi.

Extrañó mucho en aquellos tiempos que un gran señor como él pidiera ser enterrado a la entrada de la iglesia y no en el Altar Mayor, como se solía hacer.
Cuando vayáis a la Iglesia de Santa Ana os fijáis en la lápida que está a la entrada ya que todos los nazarenos hemos pisado su tumba. Decían que era por modestia. Hay quién pensaba que era para pulgar algún que otro pecado.




Tras el descubrimiento de América muchos italianos se establecieron y compraron tierras en nuestra villa de Dos Hermanas. Lázaro de Flores Navarro se marchó a América era un gran médico Nazareno, fue autor del primer libro científico publicado en cuba: El arte de Navegar.

Conozcamos un poco mejor la historia de Montequinto.

Montequinto es un barrio de Dos Hermanas en la provincia de Sevilla.
Geográficamente se encuentra situada en la depresión del río Guadalquivir. Es el barrio más antiguo del Distrito de Quintos En torno a él se han ido configurando diversos barrios como Condequinto, Los Cerros y Villa Olivar de Quintos. Cuyo nombre muestra el origen del mismo. Según los antecedentes históricos, por estos territorios discurría una antigua vía romana, cuya quinta piedra miliar o hito de distancia se encontraba aquí. Por esta razón, en las referencias geográficas romanas se denominaba este lugar “Quintus ab urbe lapide” (Quinta piedra desde la ciudad), posiblemente como entidad de población o parada donde reponer fuerzas los caminantes.

Según testimonios de la época visigótica, existía en el lugar un núcleo de población, que conservó la religión y el culto cristiano bajo la denominación árabe. Hasta tal punto es así, que las crónicas de los historiadores árabes que recogen los acontecimientos que ocurrieron en el año 844 aluden a que en la torre de la iglesia que existía en Quinto se acechaba la marcha de los invasores normandos, que fueron derrotados en los campos de Tablada.
Por documentos del siglo XIV, se tiene constancia de que parte de las tierras de la Hacienda de Quintos pertenecieron a las monjas de San Clemente, cuyo escudo y mención se conservan en un azulejo situado en uno de los accesos a la parte más antigua del actual caserío.

Estas monjas vivían de sus trabajos ya que elaboraban ricos dulces que la gente iba al convento a comprar.

Otros propietarios antiguos fueron Pedro Fernández Cansino, Caballero Veinticuatro de Sevilla y Pedro Enrique que vendió la finca a su tía Catalina de Ribera. La familia Ribera poseyó estas tierras durante varios siglos hasta que en 1840 las adquirió la familia Ibarra.
Como bien comentaba Pedro Sánchez, autor de la obra, “Breve Historia de Quintos”. Montequinto no es un barrio nuevo como muchas personas piensan, existen algunos vestigios de su presencia en textos antiguos que ya nombran a Quintos como lugar con cierta importancia en la época romana. 

Yacimientos arqueológicos que demuestran que en las inmediaciones de Quintos ya existían habitantes nada menos que dos mil años antes de Cristo. El origen de nuestro nombre por situarse nuestro municipio exactamente a cinco millas romanas desde la Cuesta del Rosario de Sevilla. La importancia de sus tierras en la época árabe o el episodio bastante desconocido del ataque de los “Mayus”, nombre que le dan los árabes la los vikingos y que pudo ser repelido gracias al aviso que se produjo desde lo alto de una antigua iglesia situada, según cuentan los textos antiguos, en Quintos. La presencia de importantes familias que fueron propietarias de estas tierras como los Ribera o los Ybarra. La polémica romería que quiso competir con la Romería de Valme a mediados del siglo XX. La historia de la Hacienda de Quintos. Y por supuesto nuestra historia mas reciente, desde el Plan de Ordenación Urbanística que se produjo en 1969 y que dio lugar a las primeras construcciones de viviendas y que ha llevado a Montequinto a convertirse en la gran urbe con cuarenta mil habitantes que conocemos actualmente.




Durante este siglo XV y gran parte del posterior, Dos Hermanas era villa de realengo, es decir, dependía directamente de la Corona. Pero a mediados del siglo XVI hubo algunos intentos de comprarla, incluso el Conde-Duque de Olivares lo intentó entre 1621 y 1643.
De 1631 a 1636 perteneció a la Casa de Arcos, Ducado de Alcalá y a partir de esta fecha pasa el Señorío y jurisdicción a la familia Pedrosa, que el 30 de Diciembre de 1679 obtiene el Marquesado de Dos Hermanas.

Tenían la población aproximadamente 200 familias (unos 1.000 habitantes), en su mayor parte ocupadas en el cultivo de las fincas que poseían en el término las más ilustres familias sevillanas.

Hacia la misma fecha últimamente citada se crea el Marquesado de la Serrezuela, que luego se convertiría en Villa independiente de Dos Hermanas hasta principios del siglo XIX.
Nuestra villa dejó de pertenecer al Rey tras la aprobación de la Constitución Española en Cádiz en el año 1812. Los terreros fueron para los trabajadores.

Vamos a conocer un poco la historia de nuestra Virgen de Valme ya que su imagen está vinculada a la reconquista de Sevilla.
La Imagen de la Virgen de Valme. Se trata de una imagen de madera, de 0,67 cts. de altura, policromada y estofada, que puede datarse según los entendidos, en la iniciación de la Baja Edad Media. El Profesor Hernández Díaz indica que es muy difícil enjuiciar la evolución de la imagen que, como en tantos casos análogos, fue vestida en la época del barroco, alterando para ello su primitiva traza.
El origen de la devoción a la Virgen de Valme y de la construcción de su ermita en terrenos de Cuarto, se remonta a los tiempos de la Reconquista de Sevilla. Cuenta una piadosa leyenda, que recogen Ortiz de Zúñiga en sus "Anales..." y todos los autores que relatan los hechos de Fernando III, que al disponerse este Rey a lanzar el ataque definitivo para la reconquista de Sevilla, que estaba en manos del rey moro Ab-Xataf, se encomendó a una pequeña imagen de la Virgen, de su particular devoción, con estas palabras aproximadas: "Valedme, Señora, en esta empresa que acometí en nombre de Dios y gloria vuestra y yo os ofreceré en este lugar el primer pendón que tome dentro de Sevilla".


El 23 de Noviembre de 1248, tras 16 meses de asedio, el Rey San Fernando entró victorioso en la Ciudad y, cumpliendo su promesa, en la cumbre del Cerro de Cuarto, también llamado "Buenavista", hizo labrar una capilla, de estilo mudéjar, en la que colocó la imagen de la Virgen que, en recuerdo de la angustiada invocación del rey, se denominó "de Valme". A sus pies colocó el pendón del rey moro de Sevilla, que actualmente se conserva en la Parroquia de Santa María Magdalena, y ha sido fuente de inspiración para la adopción de la Bandera de la Ciudad, aprobada por Decreto 387/2000 de 5 de Septiembre (BOJA nº 111 de 26 de Septiembre).
Durante algunas épocas la ermita quedó al cuidado de los labradores del lugar, hasta que poco a poco se fue arruinando. La ruina total la evitó, de momento el Caballero Veinticuatro Pedro de Pedrosa, que junto con su mujer, Ana Ruiz de Chaves, constituyó una Capellanía para misas en la ermita de Nuestra Señora de Valme en 1607, nombrando primer Capellán a su sobrino Don Alonso de Pedrosa. A esta familia se vincularía el Marquesado de Dos Hermanas, creado en 1679.
Por Cédula de Felipe V, fechada a 26 de Octubre de 1622, se había ordenado la construcción de unos molinos de pólvora en el sitio de Cuarto, para alejarlos de la ciudad de Sevilla. Estos molinos estallaron al poco tiempo, destruyendo en parte la ermita de Valme, que estaba cerca. En 1677 fue reedificada, manteniéndose a base de los donativos que la gente sencilla y piadosa entregaba para el culto. Así, el 6 de Febrero de 1774, José García Terreros, Alcalde de Santiago de Querétaro (Méjico) envió un considerable donativo para atender su culto.





                                                                                  La Romería.

Periódicamente, la imagen de la Virgen de Valme era traída a Dos Hermanas, en cuyo término se encontraba la ermita y el lugar de Cuarto, con ocasión de catástrofes, epidemias, etc. En esto podemos ver un antecedente, aunque sea remoto y esporádico, de la actual romería. En 1800 se registra una gran epidemia de fiebre amarilla por cuyo motivo se trae a Dos Hermanas a la imagen, ofreciéndole rogativas.
En 1802 se repite la epidemia y la venida de la Virgen a Dos Hermanas, quedándose ya en la Parroquia de Santa María Magdalena, lo que provocó una cierta polémica con el Cabildo Catedral de Sevilla, que invocaba derechos sobre la imagen.
El impulso definitivo de la devoción a la Virgen de Valme se debe a Fernán Caballero, que en realidad se llamaba Cecilia Böhl de Faber y Larrea y que para publicar sus obras tuvo que adoptar ese seudónimo, cuya amistad con Latour, preceptor de los hijos de los Duques de Montpensier, determinó que éstos conocieran la tradición fernandina y se interesaran por su restauración. Así, primeramente visitaron Dos Hermanas para conocer la imagen y el pendón, que restauraron en 1857 y luego, al contemplar el estado ruinoso de la ermita de Cuarto, decidieron reconstruirla para que pudiera trasladarse a ella la Virgen de Valme. Y así lo hicieron, inaugurándose la iglesia restaurada el 9 de octubre de 1859, fecha en que, con gran solemnidad se llevó a ella en procesión a la Virgen de Valme, junto con el pendón.

La Hermandad de Nuestra Señora de Valme recobra nuevo impulso y aprueba sus Reglas renovadas el 7 de Agosto de 1866, haciéndose cargo también del cuidado de la ermita. En 1894 se inició la tradición, apenas interrumpida, de la Romería de Valme, trasladando el tercer domingo de Octubre a la imagen de la Virgen de Valme hasta la ermita de Cuarto, acompañada por el pueblo en masa.

Duques de Montpensier.




En Dos Hermanas vivieron familias muy importantes y que incluso se construyeron viviendas para veranear en estas tierras y así huir un poco de la capital.
Llegó a nuestro pueblo una joven llamada Cecilia Böhl de Faber y Larrea.
Cecilia, nacida en Morges, Suiza, el 24 de diciembre de 1796, era hija del cónsul Juan Nicolás Böhl de Faber y de Frasquita Larrea. Tomo el seudónimo de la población de Ciudad Real de Fernán Caballero, aunque también escribía utilizando el de Corina.
Durante sus primeros años vivió en Alemania hasta que regresó con su familia a la ciudad de Cádiz en 1813, a la edad de 17 años. Contrajo matrimonio el 30 de marzo de 1816 con el capitán de infantería Antonio Planelles y Bardaxí. La pareja se mudó a Puerto Rico, ya que su esposo había sido destinado a dicha plaza, pero ese matrimonio duraría poco por el fallecimiento de don Antonio.

Después se trasladó a Hamburgo, al norte de Alemania, donde vivió con su abuela. Algunos años más tarde se mudó nuevamente a El Puerto de Santa María, España, donde conoce a Francisco Ruiz del Arco, marqués de Arco Hermoso. El 26 de marzo de 1822 contrae segundas nupcias con él en Sevilla con quién vive feliz durante 13 años.
Fue en esta época donde el matrimonio se instala en una finca en Dos Hermanas. Escribe la historia de un suceso que ocurrió en nuestro pueblo lo tituló: La Familia Alvareda. Pero Ella para publicar sus novelas lo hacía bajo el seudónimo de Fernán Caballero ya que en aquellos años una mujer no podía publicar ni escribir novelas. Esto no la desilusionó sino que bajo otro seudónimo "Corina" Publica otros relatos cortos y novelas. Entre las más destacadas están, aparte de la familia Alvareda, La Hija del Sol, La flor de las ruinas, La gaviota, Callar en vida y perdonar en muerte y un largo etc. En mayo de 1835 enviudó nuevamente.
Poco tiempo después conoció a Antonio Arrom de Ayala, que era 17 años más joven que ella, con quien contrajo matrimonio en 1837. Pero Ayala estaba enfermo de tisis y con graves problemas económicos que hicieron que se suicidara en 1863.
Quedó así la escritora en la pobreza. Los duques de Montpensier y la reina Isabel II la protegieron y le brindaron una vivienda en el Patio de las Banderas del Alcázar de Sevilla, pero la revolución de 1868 la obligó a mudarse a Dos Hermanas debido a que las casas fueron puestas en venta. Falleció en Sevilla el 7 de abril de 1877.

En una de las fotos aparece un frontón con el busto de perfil de Cecilia. Había una inscripción que decía "En esta casa falleció Fernán Caballero el día 7 de Abril de 1877. Los infantes Duques de Montpensier le dedican este recuerdo"









Una gran descripción de lo que fue la Alquería la encontramos en una revista de Feria de Dos Hermanas del año 1988.

Antonia Díaz Fernández, poetisa española nacida en Marchena (Sevilla) en 1827.
Perteneciente a una familia acomodada, la mayor parte de su infancia transcurrió en Sevilla, donde recibió la educación propia de las señoritas de su época -una formación encaminada a dotar a la sociedad de buenas amas de casa y madres de familia-. Por lo tanto, su irrupción en la esfera literaria se debe principalmente a su empeño autodidacta por aprender, y en gran medida la biblioteca paterna fue la cuna real de su aprendizaje. Así, con el paso del tiempo y con grandes dosis de perspicacia y discreción, Antonia logró abrirse camino en un círculo -el literario- que, por ser eminentemente masculino, se presentaba siempre hostil.

En 1861 se casó con el poeta José Lamarque de Novoa, nacido en Sevilla en 1828. Él era hijo de francés y de trianera, es autor de una extensa obra poética de calidad desigual marcada por su admiración a Zorrilla, Núñez de Arce y a los poetas clásicos.
Empresario, dueño de un negocio de hierros y maderas, dedicado a la importación y exportación, fue cónsul del Reino de Nápoles, de El Salvador y, hacia 1880, del Imperio Austro-Húngaro.
Era un católico ferviente y activo, y, en el terreno político, un monárquico convencido, partidario de la restauración borbónica tras la caída de Isabel II, por lo que alcanzó la concesión de la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la católica en 1876.




Antonia durante toda su vida renunció siempre a ocupar un primer plano, papel que siempre cedía a su marido, el también poeta José Lamarque de Novoa.
La obra poética de Antonia Díaz se enmarca dentro de la denominada “escuela sevillana de poesía”, una corriente literaria que se desarrolló a la sombra de Gustavo Adolfo Bécquer, pero imprimió su particular sello en los grandes poetas sevillanos de las primeras décadas del siglo XX. Entre sus títulos más importantes podemos señalar: Flores marchitas: baladas y leyendas (1877-1882), Poesías liricas (1893), Aves y flores: fabulas morales (1890).

Antonia Díaz y José Lamarque crearon en Dos Hermanas un jardín, un paraíso en la tierra, un espacio mágico, como refugio donde desarrollar su vida personal y su actividad artística. Aquí se reunían con sus amigos, intelectuales y artistas sevillanos y extranjeros del último tercio del siglo XIX en animadas tertulias literarias. En este frondoso jardín, en torno a un evocador palacio de estilo neo mudéjar, situaron caprichosas y exóticas construcciones (un torreón almenado, grutas, ninfeas, una montaña artificial con una pagoda, una ría navegable con puentes, faro, monóptero y cascada); además distribuyeron fuentes, estatúas de personajes mitológicos, esculturas de filósofos y poetas clásicos y bustos de descubridores hispanos. También edificaron un espacio para que anidaran los pájaros, un invernadero para plantas exóticas y un museo de Ciencias Naturales. El jardín se completaba con una zona boscosa de pino carrasco y lentisco al norte, un extenso huerto con cítricos al sur, y diferentes edificaciones para el servicio (cocheras y casa del guarda).
Antonia se había ocupado de diseñar los edificios y los jardines, cuya construcción supervisó personalmente. La calle de acceso, situada frente al Palacio de Alpériz y la carretera de Alcalá, estaba flanqueada por altos cipreses. Cerca de la entrada se erguía la “Cruz de los Caballeros” de 1645, que había sido trasladada por Lamarque desde Tablada en 1876. Los extensos y magníficos jardines estaban adornados con fuentes y surtidores, escalinatas con mosaicos, y estatuas que iban formando glorietas y paseos y acogieron una rica variedad de árboles y flores. Se levantaron varios espacios: la casa principal, un pequeño edificio dedicado a pequeño museo de “Historia Natural”…, la casa del capataz y las cocheras…. En un kiosco de estilo mudéjar, ya desaparecido, que estaba encima de la gruta artificial solía escribir Antonia.



En su casa “La alquería del Pilar”, en Dos Hermanas, mantenían una tertulia literaria muy concurrida por los jóvenes poetas sevillanos del momento. Mecenas y protector de artistas y escritores, Lamarque se cuenta entre los financiadores de la primera edición de las “Obras” de Gustavo Adolfo Bécquer, en 1871, de la que se conserva un ejemplar en su biblioteca.
Ya en su vejez y fallecida su mujer el 19 de mayo de 1892, sigue en contacto con algunos poetas jóvenes entre los que destaca Juan Ramón Jiménez.

Es un lugar maravilloso. Yo tuve la suerte de jugar por sus jardines ya que mi abuelo era el jardinero y cuando hacía buen tiempo nos íbamos con él. Allí jugué con mis hermanas y mis primos. Mi abuelo Cristóbal Guerrero Bello era el jardinero de la Alquería. Por el verano mi abuelo limpiaba la "Ría" y en ella aprendí a nadar junto a mis hermanas y mis primos. Luego más tarde nos bañábamos en la Alberca.
Cada vez que voy al parque le digo a mis nietos "En esta ría me enseñó a nadar mi abuelo Cristóbal" ellos me responden "¡Ya nos lo has dicho muchas veces "! Y pienso que aún se las diré muchas veces más. Tenía yo muchas fotos de mis tiempos en la Alquería, pero cometí el error de prestarlas y nunca más me las devolvieron.


Desde 1894 se mantiene la tradición, celebrándose la Romería el tercer domingo de Octubre de cada año, Romería que por Resolución de 15 de junio de 1976 fue declarada "Fiesta de Interés Turístico". A ella acuden devotos y turistas de toda procedencia, siendo con la Romería del Rocío una de las más famosas de Andalucía. La Virgen va instalada en una carreta tirada por bueyes, hermosamente adornada de flores de papel de diversos colores. Junto a ella, de quince a veinte carretas igualmente exornadas y numerosos caballistas ataviados a la andaluza. En las carretas  solamente van mujeres y niñas y en las galeras, que son más grandes, van las familias completas.


La Virgen de Valme fue coronada canónicamente en una solemnísima ceremonia celebrada el sábado 23 de Junio de 1973, con asistencia de las primeras autoridades de la nación. 


Dentro de los actos conmemorativos de tal ceremonia se inauguró el monumento de la Plaza de Menéndez y Pelayo, obra de los talleres valencianos de Vicente Coloma Llorens.



José Caro Arias

En el año 2015 por causas de la lluvia no salió nuestra Romería. Causando gran dolor para tod@s los habitantes de Dos Hermanas.


Hay algunas historias que son terroríficas y que han ocurrido en nuestra ciudad e incluso han salido en los periódicos.
Os tengo que decir que esta historia que os voy a contar le ha sucedido a muchas de las alumnas de la Casa de La Cultura. Yo tuve noticia de este hecho por Chari una de las alumnas y me puse en contacto con alguien que le gustaba mucho este tema de los fantasmas era Julio Marvizón, sí aquél señor que nos daba las noticias del tiempo en el Canal Sur. Yo lo conocía desde hacía tiempo incluso una vez vino a radio realidad y lo entrevistaron aquí sobre los temas paranormales, Pues cuando se lo conté vino con un amigo y traían un aparato para hacer escuchas y grabaron voces de niños cantando y la voz de un hombre muy autoritaria que les regañaba. Recuerdo que los hacía repetir las tablas de multiplicar y ellos la decían cantando. No quisimos que esto se supiera para que la gente que va a la casa de la Cultura no tuviera tanto miedo, pero es verdad que muchas noches las luces se encienden solas.

Yo he estado en el curso de pintura al óleo y de vez en cuando sientes frío, sobre todo en la zona donde antiguamente estaba la iglesia del Palacio de San Luis.
Esto está en la página de Canal Sur Radio.

Fenómenos extraños en un edificio público de la localidad de Dos Hermanas (Sevilla)
A pocos minutos de Sevilla se encuentra la localidad nazarena de Dos Hermanas, una de tantas ciudades dormitorios que dan cobijo a los sevillanos y que es una de las localidades con más población de la provincia. En Dos Hermanas se encuentra uno de esos lugares donde habita el misterio, donde el paso del tiempo se ha detenido y parece guardar uno de esos secretos de otro tiempo, en un marco que parece sacado de una novela victoriana y que sin embargo se desarrolla en la actualidad para temor de los que sufren los temidos fantasmas de la Alquería del Pilar.




Fue construida por José Mª Ybarra Gutiérrez de Caviedes, Conde de Ybarra y su edificio principal es precisamente el que todos llaman la Alquería del Pilar cuya edificación está actualmente dedicada a Casa de la Cultura, celebrándose en su interior juntas e incluso actos matrimoniales civiles, en los que participa activamente los miembros del Ayuntamiento de la localidad.

Pero tan noble lugar, en tan incomparable marco, también acoge en su interior una inquietante realidad ya que desde hace un par de años las personas que en su interior trabajan o reciben cursos han notado la presencia de algo extraño, de algo oculto, de algo misterioso… Pocos han sido testigos de la visión del secreto que el antiguo edificio de estilo victoriano esconde y sin embargo sus testimonios son toda una prueba de vivencias que han llenado de horror sus vidas…

Todo comenzó una fría tarde de Diciembre, nuestra testigo se encontraba en el interior del edificio cuando sintió de pronto como una extraña oleada de frío inundaba la estancia donde se encontraba, R.G.D. nos comentaba:” serían las siete de la tarde, había ya oscurecido cuando me encontraba en la sala de peluquería que está en diagonal a la salón de actos, sentí frío, pero un frío muy extraño, de repente comencé a sentir como unas campanitas, como un repicar de cristales o algo similar. Aquello me extrañó y pensé que quizás la lámpara de la entrada tendría alguna lágrima de cristal suelta y provocaría ese ruido, salí para fuera y miré hacia arriba, hacía la lámpara, pero no vi nada… Pero sentí como si alguien hubiera detrás de mí, como si alguien me estuviera observando desde las escaleras, como pude me di la vuelta y lo que vi me dejó helada… Allí, parado en el rellano había una forma, una persona, camuflado en la penumbra, poco a poco comenzó a descender, llevaba sotana y gafas y bajó sin mediar palabra, con gesto severo, sin inmutarse… Yo estaba helada, sabía que aquella persona no había entrado en la casa y sabía que no era de este mundo… Aquel sacerdote fantasma bajó las escaleras y se quedó un rato mirando uno de los cuadros del salón de actos –un lugar que realmente existe, la imagen de una afamada hacienda sevillana en la localidad de Los Palacios- … tras aquello se perdió, desapareció, tras la puerta que camufla las cortinas y desde la que no se va a ninguna parte… y sin embargo allí ya no había nadie”.

Y es que en esta antigua casa se vienen produciendo fenómenos que inquietan a trabajadores y visitantes, en un edificio emblemático cargado de Historia e historias donde la visión de este sacerdote fantasma ha sobrecogido y asaltado a más de un asombrado testigo, que se le ha podido ver desplazándose por sus estancias y desaparecer ante la incrédula mirada de quién asistía horrorizado a tal aparición.

M. R. S. es una joven a recibía clases en La Alquería, una tarde-noche mientras recogía diversos enseres pudo vivir como unas tijeras se alejaban de su mano impulsada o movidas por unas manos que surgían de la nada:” aquello fue muy fuerte y fue la última vez que estuve allí, me encontraba guardando mis cosas cuando fui a poner las tijeras en el bolso, eché mano pero se movió sola, me pareció una locura y me dije que no habría atinado a ellas, pero cuando volví a quererlas coger se volvieron a mover, aquello ya me dejó muerta, porque con los bellos de punta vi como una manitas que no surgían de nadie ni de nada movían aquellas tijeras…allí se quedaron, salí corriendo”. Y es que es un testimonio más que nos cuentan como allí se mueven los objetos, se escuchan extraños ruidos y llantos lastimeros o como se encuentran extraños mensajes escritos en la pizarra del hoy aula de escultura del piso superior en el que se esconde un no menos tétrico recinto de revelado fotográfico donde es usual que salten volumétricos, se capten extrañas orbes, las cámaras fotográficas tengan un extraño comportamiento o se hayan captado en diferentes ocasiones las denominadas “voces del más allá” o psicofonías. Incluso personas dotadas de especial sensibilidad han afirmado notar su presencia e incluso recibir los mensajes imperativos de tan exigente morador…

Pero no sólo parece haber una presencia en el recinto… una niña pequeña, de largos tirabuzones y vestidito de época también ha dejado notar su fría y espectral presencia en el edificio… “Era tarde ya y acudí porque había ruidos en la planta alta, en la habitación de la pizarra… Di una vuelta rápida por el lugar pero no vi nada, sólo al estar a punto de cerrar la puerta de entrada vi algo que me impresionó muchísimo… Fue primero el sonido… era como si alguien golpeara con un palito los barrotes de la escalera, cuando miré hacia arriba allí estaba una niña bajando aquellas escaleras a la vez que golpeaba con un palito los barrotes de la misma… una niña muy guapa de cabello claro y ropa antigua pero limpia y blanca… Aquello era la visión de un fantasma, no podría ser real…” así lo narraba nuestro testigo J.F.A. entre lágrimas y tensión acumulada a la vez que repetía: “no podía ser de este mundo…allí no había nadie más que yo…”
Quizás las respuestas habría que buscarlas en el pasado de aquella casa…una casa que fue habitada, a principios del siglo XX, precisamente por un sacerdote que concuerda con la descripción facilitada por los testigos de las apariciones y que se vincula a la familia Ybarra, un sacerdote con otros intereses que el del propio sacerdocio… Una niña que podría estar vinculada al lugar e incluso no faltan quienes apuntan que podría estar enterrada dentro de la propia casa…donde existe una capilla desacralizada. Y como dato no menos curioso la sentencia de la vinculación a la Alquería del Pilar de la escritora Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero) quién vivió en Dos Hermanas (de 1822 a 1835) tras contraer matrimonio con el Marqués de Arco Hermoso (tomando aquí inspiración para gran cantidad de cuentos y relatos y, sobre todo, para su obra más destacada, “La familia de Alvareda”, que relata un hecho real sucedido en Dos Hermanas y mantenido en el recuerdo de los viejos del lugar) y sobre la cual se extiende la leyenda de hechos anómalos, paranormales o extraños sucedidos en torno a ella o los lugares que frecuentó teniendo como ejemplo los casos paranormales relacionados a la escritora como su vinculación a la Calle San Luis de Sevilla, la Facultad de Bellas Artes en su panteón de sevillanos ilustres -donde encuentran descanso sus restos- y por último esta significativa Alquería del Pilar que hoy nos llenan de curiosidad, asombro y miedo los fantasmas que en su interior habitan.

José Manuel García Bautista




Antaño este edificio fue cede de la Jefatura de la Policía Local, a su alrededor un impresionante conjunto de plantas que forman el parque construido por los poetas José Lamarque de Novoa y Antonia Díaz, a mediados del siglo XIX. Con claras vinculaciones a la notable familia de los Ybarra el parque es completado por las Huertas de San Luis y de Ybarra, 

El tren y el progreso.

Nuestro pueblo iba creciendo y se construyó la estación del ferrocarril que fue inaugurada el 1 de mayo de 1860 con la apertura del tramo Sevilla-Jerez de la Frontera de la línea que pretendía unir Sevilla con Cádiz. Las obras corrieron a cargo de la Compañía de los Ferrocarriles de Sevilla a Jerez y de Puerto Real a Cádiz que poco después cambió su nombre al de Compañía de los Ferrocarriles de Sevilla a Jerez y Cádiz.
Esta es una foto de la primera estación. Delante había una explanada donde si os fijáis veréis un cerdo paseándose tranquilamente.
El pueblo se acababa antes de llegar a la estación, los últimos edificios más destacables que se encontraban eran el molino de Alonsito (a la altura de donde hoy se encuentra Maphre), y el edificio de dos plantas del “Café del Burujito” más tarde bar “La Fifa” al otro lado.

Más allá, se extendía una polvorienta explanada atravesada por un camino de unos tres metros de ancho en dirección hacia las vías del tren, el lugar era frecuentado por el ganado de los vecinos que iba a pastar y las ratas merodeaban entre los montones de basura que la gente arrojaba.
Sería D. Federico Caro Lázaro, médico y alcalde de la villa, el que adecentara el lugar mandando plantar árboles y construyen un paseo. Dijo -Quiero que dispongan cuatro quioscos de forja de hierro en cada extremo, que se coloquen sillas y veladores en torno a ellos para que los vecinos tengan un lugar en donde solazarse y esperar a los viajeros.




El 9 de febrero de 1917 la Compañía Ferroviaria comunica que dentro de dicho año "construirá un nuevo edificio de viajeros y adoquinará la entrada de la estación". El nuevo edificio responde a un Proyecto firmado por el Ingeniero de Caminos Malagueño Pedro de Ansorena y Sáez, técnico de la Compañía, dentro del más puro estilo neomudéjar, que es tan característico de muchas estaciones.



Una vez que el tren llegó a nuestro pueblo se puede decir que esto contribuyó a que creciera y que las familias sevillanas y de otras localidades la visitaran. Contaban los mayores que el Rey Alfonso XIII venía mucho a Dos Hermanas. Se bajaba del tren y entraba por una puerta que estaba situada en La Alquería. Esta puerta estaba frente a la casa de Antonia Díaz y de José Lamarque de Novoa. Sus visitas fueron muy frecuentes, sobre todo le gustaba alojarse en la casa palacio de D. Manuel Alpériz Se contaba que le gustaba mucho disfrazarse por el carnaval y se iba de fiestas con los jóvenes de nuestro pueblo.

.Dos-Hermanas, 1861- Íd., 1913. El que fuera uno de los más importantes alcaldes de la Dos Hermanas de la Restauración, era hijo del médico Agustín Caro Sánchez y de Rocío Lázaro Alcuña.
Siguió los pasos de su padre, por lo que estudió Medicina en la Universidad de Sevilla, y realizó el doctorado en la Villa y Corte de Madrid. En 1883, nada más terminar sus estudios, es nombrado médico titular de Dos-Hermanas, cargo que ejercerá hasta su muerte.
Miembro del Partido Liberal (uno de los dos partidos dinásticos del período de la Restauración borbónica), ocupó la alcaldía nazarena en el período que va desde 1909 hasta 1913. Entre sus logros más destacados se encuentran el adoquinado de la calle del Canónigo en 1910 y la creación del paseo que llevaría su nombre situado delante de la estación de ferrocarriles (actual plaza del Arenal).
Arenal significa Extensión de terreno arenoso, de arena.









1 comentario:

  1. Gracias por tu resumen historíco, muy interesante y a la vez muy ameno y bien documentado.

    Un saludo

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