domingo, 13 de abril de 2025

Jean Claude Nicolás Forestier

 

Jean Claude Nicolas Forestier.

Unos jardines con encanto.

Cuando la familia Alpériz, formada por Manuel Alpériz Bustamante y Juana González Morales, invitó a su palacio a la familia Forestier, no imaginó las consecuencias que aquella visita tendría.

Charles Forestier y Marie Louise de la Forest Divonne llegaron acompañados de su hijo Jean Claude Nicolas Forestier, arquitecto paisajista. Quedaron encantados con la arquitectura neomudéjar del edificio y con el aroma de los naranjos que rodeaban el palacio.




Habían venido a conocer la Semana Santa de Sevilla, de la que tanto les hablaban el matrimonio Alpériz. Por las mañanas asistían a las procesiones y, cuando se cansaban, iban a descansar y almorzar a la casa que la familia Alpériz tenía en Plaza Nueva.

Una vez terminada la Semana Santa, el matrimonio regresó a París, pero su hijo pidió permiso para quedarse, pues deseaba conocer la Feria de Sevilla, de la que tanto habían oído hablar por Manuel Alpériz y su esposa, Rosario Cordón.

Jean Claude, a quien las criadas comenzaron a llamar "Juanito" y apodaron "el franchute", se quejaba de que, después del almuerzo, todos los habitantes del palacio desaparecían. Simplemente iban a dormir la siesta, costumbre a la que él se aficionó rápidamente para sobrellevar el calor.

Con su amigo Manuel recorrió los jardines del Palacio de San Telmo, la Buhaira y el Alcázar; también viajó a Córdoba y Granada.

Un día, le propuso a doña Juana crear jardines modernos frente al palacio. Le mostró un boceto del proyecto y este les gustó, pero doña Juana le pidió que hiciera un monumento en homenaje a su escritor favorito, Miguel de Cervantes Saavedra.

Las obras comenzaron pronto. Los azulejos utilizados en los bancos fueron fabricados en Triana por la empresa Mensaque Hermanos y Cía. y pintados por Manuel Arellanos Campos, la misma empresa donde se adquirieron los azulejos del interior del palacio.


Los jardines fueron transformándose gradualmente, revelando sus encantos. Al fondo, un lago reflejaba la silueta de dos cisnes que nadaban juntos. Pavos reales, fuentes y bancos invitaban a pasear y descansar bajo la sombra de variados árboles: palmeras, olmos, árbol de Judas, plataneras, ficus y jacarandas.

El aire se impregnaba con el aroma de las flores: geranios, jazmines, rosas y dama de noche. A doña Juana le cautivó el banco que homenajeaba El Quijote de la Mancha, con pasajes grabados y un azulejo con el rostro de Cervantes. Allí pasaba largas horas leyendo, acompañada por el susurro de la fuente.

De vez en cuando, Forestier viajaba a París para cumplir con sus obligaciones como conservador del Bosque de Boulogne y supervisar las obras de jardinería. Sin embargo, siempre volvía a Dos Hermanas, donde muchos amigos de la familia Alpériz le encargaron el diseño de los jardines de sus haciendas.

Un día, su amigo Manuel le contó que se preparaba una exposición en Sevilla y que querían construir una zona ajardinada distinta a las existentes en la ciudad. Forestier presentó un proyecto en el que incluyó, entre otros bocetos, el banco diseñado en homenaje a Miguel de Cervantes en el Palacio de Alpériz, pero adornado con anaqueles para colocar libros y disfrutar de la lectura.

En este proyecto plasmó su visión de una Sevilla antigua y diversa, donde convivían lo islámico y lo romántico, lo tradicional y lo moderno. Diseñó amplias avenidas para pasear y disfrutar de la variedad de árboles y flores que perfumaban el aire, invitando a regresar. El agua fue un elemento esencial en sus jardines: fuentes con surtidores que fascinaban con sus juegos y reflejos dorados del sol, a veces acompañados por un arco iris.

Los jardines del Parque de María Luisa se inauguraron el 18 de abril de 1914, Forestier transformó los jardines privados del Palacio de San Telmo en un parque público, sorprendiendo y deleitando a quienes los visitaron. Su belleza sigue cautivando y es el emblema de la ciudad.

A Forestier también se le encargó la urbanización de la montaña de Montjuïc para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.

Si bien debía volver a París con frecuencia, pasó muchos años en nuestra tierra y realizó diversos proyectos en Andalucía, además del Parque de María Luisa: el jardín del Colegio Mayor de Santa María del Buen Aire en Castilleja de Guzmán, el jardín del Palacio de Moratalla en Hornachuelos (Córdoba) y los jardines del Palacio del Rey Moro en Ronda.

Su fama creció y pronto recibió ofertas para trabajar en el Parque Ascensión de Badajoz, el Palacio de Liria en Madrid, los jardines del Palacio de la Magdalena en Santander y el jardín de Ángel Pérez en Valdenoja (Santander). En Barcelona, además de Montjuïc, diseñó el jardín de la Fundación Julio Muñoz Ramonet, el jardín de la Plaza de Armas en el Parque de la Ciudadela y el Parque de Guinardó. También dejó su huella en Marrakech y en grandes ciudades latinoamericanas como Buenos Aires y La Habana.

Sus trabajos fueron reconocidos con importantes distinciones: en 1926 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor en Francia y Comendador del Mérito Civil en España. En 1929 obtuvo el Gran Premio de la Exposición Internacional de Barcelona. Además, fue cofundador de la Sociedad Francesa de Arquitectos y Urbanistas.

Publicó varios libros sobre jardines y parques. Falleció en París el 26 de octubre de 1930, a los 69 años.

Jean Claude Nicolas Forestier fue un arquitecto paisajista francés que dejó una huella significativa en el diseño de jardines y parques urbanos en España y otras partes del mundo. Su visita a Dos Hermanas y su relación con la familia Alpériz marcaron el inicio de varios proyectos en Andalucía.

Su estilo combinaba influencias hispanomusulmanas con una visión moderna y funcional del paisaje, donde el agua y la vegetación jugaban un papel esencial.

Hasta el final de su vida, su pasión estuvo en los jardines, y su legado sigue presente en muchas ciudades.

Forestier nunca se casó; estaba enamorado de su trabajo.

Recientemente, se ha restaurado el banco en la glorieta de Miguel de Cervantes que Forestier diseñó en su homenaje, ubicado frente al Pabellón Real que es un edificio de la Plaza de América, situado al sur del parque de María Luisa. Edificado en 1916 para ser empleado como centro expositivo en la Exposición Iberoamericana de 1929.

Ojalá algún día se pueda restaurar también el banco del Palacio de Alpériz, que sufre el deterioro natural del paso del tiempo.

Gracias a la visita de los Forestier a Dos Hermanas, tuvimos la oportunidad de conocer a un gran arquitecto paisajista que dejó un legado invaluable en España. Fue una persona admirable que siempre recordaremos.

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