sábado, 4 de julio de 2015

Historia del bandolero Pocasangre

Hoy os quiero contar la historia del Pocasangre.


En la hermosa y más antigua hacienda de Dos Hermanas: Quintos,  hubo tres heredades: la de la Santa Iglesia Catedral (llamada la hacienda chica de Quintos), la del Duque de Alcalá , denominada hacienda grande de Quintos y por último la del convento de San Clemente, conocida también por “la hacienda de las Monjas”.
Nuestro personaje, Alemán Pocasangre fue uno de los propietarios de la Hacienda grande allá por el 1480,  antes de que pasase a ser propiedad del Duque de Alcalá, “los heredamientos de Quintos procedían de bienes de conversos condenados por la Inquisición y cuyos bienes fueron incautados. Son las heredades de Alemán Pocasangre, Luís Abenjumi, Pedro Fernández Cansino y la recaudadora Isabel González…La heredad de Alemán Pocasangre estaba compuesta por 210 aranzadas de olivar y tenía casas, molino de aceite, una huerta y otras cosas” (las haciendas de olivar de Dos Hermanas/ Mª Cruz Aguilar y otros)
Alemán Pocasangre posee cuanto menos un nombre literario, era un judío converso o cristiano nuevo y su apodo Pocasangre referido a la poca sangre cristiana que corría por sus venas.
Casado con Juana Díaz, compartía el mayordomazgo de la ciudad de Sevilla con Tomás de Jaén en el año 1478.
Pero se avecinaban tiempos oscuros, el 25 de diciembre de 1480, llegan a Sevilla los primeros inquisidores nombrados por los reyes católicos, estableciendo su cuartel general y prisión en el castillo de San Jorge de Triana.
Basándose en denuncias anónimas, procedimiento que favorece las arbitrariedades, los inquisidores inician sus pesquisas entre  la burguesía sevillana, compuesta básicamente por conversos.
 Al ver sus intereses amenazados, se organiza una reunión  secreta de cristianos nuevos en la que se debate sobre la cuestión de la Inquisición, Pocasangre  estuvo en esta reunión a la que asistieron otros ilustres personajes sevillanos de la época como: Diego de Susán, Manuel Sauli y Bartolomé de Torralba, así como  Pedro Fernández Benadeba.

Pero las paredes tienen oídos y las calles ojos y la conjura es denunciada a la Inquisición, supuestamente por   la hija de Diego de Susán, Susana, conocida por la fermosa hembra, quien denuncia la conjura al temer por la suerte de su amante, un cristiano viejo.
Todos los implicados, incluido el padre de “La Susona”, fueron apresados y ajusticiados, sus bienes quedaron expropiados. En febrero de 1481 empezaron las ejecuciones en el quemadero de Tablada.
Al ver el resultado de su traición, Susana se retira a un convento. Cuando muere, pide que su cráneo sea colocado sobre la puerta de su casa para ejemplo de otros. Y allí permaneció por mucho tiempo hasta que en su lugar colocaron un azulejo que actualmente puede verse en la calle de la Susona en el barrio de Santa Cruz.
Esta historia la he copiado del blog Dos Hermanas cuenta.


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