La historia de San Sebastián
patrón de Dos Hermanas.
En lo alto de una leve loma que
apenas es apreciable a simple vista, al pie del antiguo e histórico camino Real
de Sevilla a Utrera, se halla la no menos histórica ermita (o capilla) de San
Sebastián, uno de los templos más antiguos de nuestra ciudad, muy vinculada
desde su origen a la hermandad de la Santa Vera-Cruz, decana de las hermandades
de penitencia de Dos-Hermanas. Veamos por qué.
Cuando en marzo de 1544 se
constituyó esta cofradía, quedó establecida (sin que sepamos las razones
exactas) en la entonces iglesia de Santa Ana, y estuvo desde un principio en el
ánimo de aquellos primeros cofrades la construcción de un templo propio donde
ubicar su sede canónica. Sin embargo, la falta de recursos económicos hizo que
el proyecto se demorara en el tiempo.
Pero, por fortuna, la situación
cambió en la década de 1550. En esa fecha, los cofrades de la Vera-Cruz
comenzaron a buscar en Dos-Hermanas un solar donde poder construir, al fin, su
propia ermita, y lo hallaron al sur de la misma, a las afueras, en medio de lo
que en ese momento era un ejido o ‘campo del Rey’, según expresión de la época.
Al ser esos terrenos propiedad de
la Corona, los cofrades acudieron al representante más próximo del monarca, en
este caso, el cabildo de la ciudad de Sevilla, para solicitar el permiso
necesario para poder edificar la ermita en el referido ejido. Esto debió
ocurrir hacia 1553. El cabildo hispalense, visto el caso, decidió aceptar lo
solicitado e inmediatamente cedió a la hermandad de la Santa Vera-Cruz un solar
en aquellos terrenos. Acto seguido, se pregonó por la capital y por
Dos-Hermanas tal decisión, por si hubiera alguien que no estuviera conforme.
Al parecer, no hubo voz
discordante, por lo que el solar pasó a manos de los cofrades de forma
definitiva y éstos iniciaron la construcción de su templo. Es entonces cuando
entra en escena don Hernando de Ayala, importante e influyente hacendado en
nuestra localidad. Ayala poseía una casa al final de la calle Real y enfrente
un cercado que, precisamente, lindaba con el solar cedido por el cabildo
sevillano a la hermandad.
A este hacendado no le agradaba
la idea de tener como vecino a una ermita que, en un momento dado, podría
acoger a los muchos pobres transeúntes que pasaban por el camino Real, por lo
que protestó e inició pleito ante la Real Audiencia de Sevilla, argumentando
que la ermita que se estaba labrando se encontraba en un lugar nada
conveniente, pues se levantaba sobre una vereda antigua para pasar ganado. Los
cofrades de la Vera-Cruz afirmaron, como es lógico, todo lo contrario.
Una imagen poco conocida
En una sencilla hornacina
situada en el lado de la Epístola del presbiterio de la capilla de San
Sebastián, pasando casi desapercibida, se encuentra una hermosa talla
renacentista, fechada en el siglo XVI. Presenta al Santo en su tradicional
iconografía, esto es, atado a un árbol, asaetado y con la mirada puesta en el
cielo. Restaurada en 1977 por Abascal, hasta esa fecha portó aureola plateada.
Siempre estuvo presidiendo, junto a la histórica imagen del Santísimo Cristo de
la Vera-Cruz, el retablo mayor de la capilla, hasta que en 1982 se adquirió el
retablo que hoy podemos admirar. Dado que éste, por su disposición, no permite
colocar en él la imagen de San Sebastián, fue colocada en una hornacina de madera en el
lado del Evangelio, hasta que en 2011 fue colocada en el lugar que hoy podemos
ver.
El pleito tenía visos de
eternizarse y como ninguna de las dos partes estaba dispuesta a desembolsar
demasiado dinero, el 4 de noviembre de 1554 llegaron a un acuerdo y firmaron
una escritura de transacción, que hoy en día se conserva entre los protocolos
históricos notariales de Dos-Hermanas. Por dicho documento, los cuarenta
hermanos que componían en esa fecha la cofradía se comprometieron a edificar la
ermita en el mismo ejido del Rey, pero en el solar que el cura de la iglesia de
Santa María Magdalena don Diego Guillén señalase, y que debía ser distinto al
originario.
El lugar escogido por el clérigo
es el que actualmente ocupa la capilla de San Sebastián. Don Hernando de Ayala,
por su parte, se comprometió a aceptar la nueva ubicación del solar y a no
poner más trabas. De esta manera tan pacífica se puso fin a las diferencias
entre ambas partes e inmediatamente se retomaron las obras de construcción de
la nueva ermita, que se pondría bajo la advocación de San Sebastián Mártir,
santo protector contra las epidemias. No obstante, las obras se prolongaron en
el tiempo, debido nuevamente a la falta de recursos. Pero al fin, el 11 de
noviembre de 1567 se pudo bendecir la ermita. Aquello supuso un gran
acontecimiento, tanto es así que se aprovechó la llegada a Dos-Hermanas de fray
Hernando de Barrionuevo (†1571), que había sido recientemente nombrado obispo
de Santiago de Chile, para bendecirla.
Y para que aquel acontecimiento
pasara a la posteridad, en el primitivo libro de Reglas de la cofradía se
asentó el siguiente acta: “En honze días del mes de noviembre, día de Sant
Martín, vino a esta Villa de Dos hermanas a confirmar el Muy Ylustrísimo y
Reverendísimo Señor don Fray Hernando de Barnuebo, obispo de Santigo de la
çibdad de Chile, y bendixo la hermita de la Vera-Cruz deste dicho lugar, siendo
principales y alcaldes Juan del Río y Juan Chamorro, los mayordomos Salvador
Martín y Andrés Martín y diputados Juan Mateos y Francisco Barbero el moço,
vecinos desta dicha villa de Dos hermanas, y fue quando bendixo la dicha
hermita de la Vera-Cruz y del Señor San Sebastián, en onze días de noviembre de
mil y quinientos y sesenta y siete años y firmado su Ylustrísima Señoría, Fray
Fernando de Barnuevo, Episcopus Chillen (rubricado)”.
Sin embargo, aquellos momentos de
alegría y esplendor fueron efímeros. La grave situación económica por la que
atravesó la hermandad de la Santa Vera-Cruz a finales del siglo XVI y
principios de la siguiente centuria tuvo su reflejo en este histórico templo,
pues para 1602 se encontraba en ruinas. Hubo que esperar unos años para que se
produjera su reconstrucción. Pero eso ya es otra historia…
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